Archive for agosto 2011

Capítulo 36

Caminamos cogidos de la mano.
-Aún es pronto, paseemos-asentí. Debía admitir que estaba algo nerviosa. ¿Cómo serían sus padres? Si eran como Mike y Rachel no tenía de que preocuparme.
-¿A dónde vamos?-pregunté.
Se encogió de hombros.
-¿No visitaste la Catedral de Sr. John The Divine?
Negué con la cabeza.
-Pues vamos-Mike cambio drásticamente de dirección.
-¿Qué sabes de esa catedral?
-Fue construida en 1892 y es de estilo gótico. Ya la verás.
El camino se me hizo eterno. Estaba más lejos de lo que pensaba. Pero mereció la pena. Una estatua de un ángel nos dio la bienvenida. Era una catedral enorme. Las cúpulas adornaban sus torres. No había mucho más que describir. Era una catedral gótica. Imaginaos una. Pues ahí se acaba la cosa. Nos sentamos en unas escaleras que había delante de la catedral. Empezaba a hacer un calor sofocante. Faltaban dos horas para la comida.
-Habrá que caminar hacia mi casa-dijo Mike levantándose y tendiéndome la mano. Asentí y se la agarré.
El tiempo pasó y el camino se fue acortando hasta que nos detuvimos delante de un portal amplio, con las paredes pintadas de naranja claro y el suelo de baldosas. Mike sacó unas llaves del bolsillo y abrió la puerta. Me instó a pasar delante. Esperamos el ascensor que Mike llamó. Entramos y Mike pulsó un botón. El cuarto piso. Al subir, el ascensor, emitía un ruido muy desagradable. Un zumbido similar al que haría un enjambre de abejas cabreadas, pensé. La puerta se abrió a un pequeño recibidor donde tres puertas iguales nos llevarían a tres casas diferentes. Mike se dirigió a la de la derecha, el cuarto C. Abrió la puerta que daba a un recibidor cuadrado, de color amarillo pálido. Dejó las llaves en un mueble bajo, de madera que había a la izquierda de la puerta.
-¡Papá! ¡Mamá! ¡Ya estamos aquí!-voceó.
-¡Genial! Id al salón.
Mike me condujo a una habitación grande. Las paredes estaba pintadas de color arena. Un mueble grande, blanco estaba en la pared más alejada de la ventana donde se encontraban los sofás del mismo color que las paredes. Una alfombra en tonos naranjas se hallaba debajo de una mesa. Mike se sentó en un sofá y me indicó que me sentara a su lado. Continué observando la habitación. En las paredes había fotos, de unos señores bastante mayores que supuse que eran sus abuelos, de un matrimonio con dos niños pequeños, una niña y un niño, Mike y Rachel ya mayores…
Una mujer entró en la habitación. Tenía el pelo de un rubio clarísimo y unos ojazos azules iguales a los de sus hijos. Era menuda y de aspecto amable. Sonrió al verme, le devolví la sonrisa, algo nerviosa. Iba vestida de una forma muy juvenil.
-¡Hola, yo soy Maggie, la madre de Mike!-se acercó y me dio dos besos.
-Yo soy Abril.
-Mike nos habla muchísimo de ti.
Lo miró y se encogió de hombros, sonrojado.
-Ahora mismo viene Adam, el padre de Mike. ¡Adam! Ya está aquí la amiga de Mike.
Mike se acercó a mi oído:
-Son especialistas en avergonzarme-murmuró.
-¿Qué decías, cariño?-le dio un coscorrón cariñoso.
Un hombre entró por la puerta. Tenía el pelo color castaño claro y los ojos negros. Era alto y tenía aspecto de ejecutivo o algo por el estilo. Me sonrió. Era la sonrisa de Mike. Ya sabía de quien la había heredado.
-Ya veo, tú eres la chica que trae loca a mi Mike-me puse como un tomate.
Miré a Mike que estaba del mismo color que yo, más si cabe aún.
-Mamá, papá-farfulló-¿Comemos ya?
-Todavía no. Rachel fue a comprar con Tiffany y todavía no ha vuelto.
-¿Eres española, verdad?-preguntó la madre de Mike.
-Sí, de Barcelona, señora-musité.
-¿Señora? Llámame Maggie. Nosotros tenemos unos amigos allí, ¿verdad, Adam?
Adam asintió.
-¿Así que trabajáis juntos?-preguntó el señor… Adam.
-Sí-dije, esperando que Rachel llegara de una maldita vez.
Maggie se alejó diciendo que iba a ver que tal estaba la comida. Mike aprovechó para decirle a su padre que iba a enseñarme su habitación. Nos alejamos del salón para entrar en la tercera puerta del pasillo, del lado izquierda. Abrió la puerta y, después de que entráramos, cerró. La habitación era de color verde mar. La ventana estaba abierta y dejaba entrar los sonidos de la calle. Mike se tiró en la cama, suspirando. En las paredes había algún póster de All Time Low, su grupo favorito y unas estanterías abarrotada de libros, fotos y, sobre todo, recuerdos.
-¡Qué pesados! Cuando Rachel trajo a Jake a comer no se comportaron así. Fueron más, discretos.
Reí.
-Puedes sentarte-señaló con la cabeza la silla de escritorio donde se encontraba un ordenador de sobremesa.
Acepté el ofrecimiento.
El timbre sonó y la voz de Rachel nos llegó, lejana, amortiguada.
-¡Hoooooooola!
Al cabo de unos instantes la puerta de la habitación de Mike se abrió y Rachel entró.
-¿No te digo siempre que llames antes?-refunfuñó Mike.
-¡No!-negó su hermana-Hola, Abril. Dice mamá que vengáis a comer.
Me levanté y seguí a Rachel hasta la cocina que estaba decorada con azulejos de color marrón clarito. Esperé a que me dijeran donde debía sentarme.
-Siéntate ahí-me indicó Maggie.
Hice lo que me pidió, sentándome en la esquina junto a Rachel. Maggie sirvió la carne asada que estaba buenísima. Durante la comida casi no hablamos y nada más terminar Mike preparó su bolsa de playa y nos marchamos.

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Capítulo 35

Domingo. Me quedaban ocho días en Manhattan. No podía creerme lo rápido que había pasado el tiempo. Luego tendría que pasar más de un mes, casi dos, sin ver a Mike. Me deprimí un poco. Bostecé. Era demasiado pronto para pensar. Me dejé caer de nuevo en la cama. Permanecí así unos minutos, hasta que me obligué a levantarme. Me fui a la ducha. Puse música en la radio. Sonaba All Time Low:Now this place is familiar to him
She pulls on his hand with a devilish grin

She led him upstairs, she led him upstairs
Let him dying to get in
Otra melodía comenzó a sonar. Love the way you lie. Mi móvil. Fuera quien fuese tendría que esperar. Salí de la ducha con el albornoz puesto y busqué el móvil para ver quien me había llamado. Love the way you lie comenzó a sonar de nuevo. Miré el nombre de la persona que llamaba. El corazón me dio un vuelco. Mike.
-Hola, Mike-¿qué querría tan pronto? Aún no eran las siete. Me había acostumbrado a esos horarios tan… extraños.
-Buenos días,¿eh, maleducada?-bromeó. Esperé a que hablara pero siguió en silencio-Estoy esperando que me saludes-rió.
-Buenos días, pesado-refunfuñé aunque en mi habitación, sonreí.
-Así está mejor-aprobó Mike.
-Bueno, ¿qué es lo que quieres tan pronto?
-¿Te desperté?-preguntó Mike, repentinamente preocupado.
-No, me estaba duchando-¿quería ir al grano de una vez?
-¿Desayunaste?-¿a qué venía eso?
-No, ¿por?-estaba realmente intrigada.
-¡Ah, genial!-exclamó-No te muevas de donde estés-me advirtió.
-¿Por?-¿me contestaría de una maldita vez?
-No te lo puedo decir. No hagas nada. Nada. ¿Me entiendes?
-Sí.
-Nada de nada. No hagas absolutamente nada.
-Espera, espera ¿qué tenía que hacer?-bromeé.
Bufó.
-No hagas nada.
-Ya lo entendí-protesté-¿Pero porqué?
-Luego te lo digo. Adiós-colgó, dejándome con la palabra en la boca.
Suspiré mirando el teléfono. ¿Qué le pasaba ahora? Me fui a vestir. Sí, me había dicho que no hiciera nada pero… ¡no me iba a quedar en albornoz! Me vestí con lo primero que encontré y me sequé el pelo. Volví a tumbarme en la cama. ¿Qué se suponía que iba a hacer ahora? ¿Mirar las musarañas? Empezaba a aburrirme. Cogí la Blackberry y me conecté a Internet. Entré a mi perfil de una conocida red social y miré mis comentarios, mensajes privados y peticiones de amistad. En cuanto acabé me desconecté. Pensé en llamar a Mike pero no estaba muy segura. ¡Si en diez minutos no me llamaba se iba a enterar! La culpa la tenía yo por hacerle caso. Sacudí la cabeza, divertida. Hacía todo lo que me decía, cumpliéndolo a pies juntillas. El timbre de la puerta sonó. Una vez, dos, tres como si fuera una graciosa melodía. ¿Quién sería? Volvieron a llamar.
-¿Quién?-pregunté a través del telefonillo.
-¡Yo!-Mike. Supe que era él pero decidí tomarle el pelo por no contarme nada.
-Lo siento, no soy adivina-contesté con la mejor nota de aflicción en mi voz que fui capaz de entonar. Colgué el telefonillo, divertida.
Mike volvió a llamar.
-¡Soy Mike! Ábreme, anda-suplicó. Le abrí.
-Porque eres tú que si no…
Subió. Me miré en el espejo. Si lo hubiera sabido me hubiera arreglado más. Llamó al timbre, insistente.
-¡Ya voy!-me dirigí con toda la tranquilidad y calma que fui capaz de reunir.
Abrí la puerta y ahí estaba. Con unos vaqueros claros, piratas y una camiseta verde bosque. ¡Qué ridículo sonaba eso de verde ``bosque´´! Cada bosque tiene un color diferente. Dejémoslo en verde oscuro. Llevaba una bolsa en la mano. Sonrió ampliamente y se acercó a mí. Introdujo la mano entre mis cabellos, todavía algo húmedos. Lo hizo con calma. Sentí como mi respiración se aceleraba. Se acercó a mí y me besó. Le devolví el beso y ambos nos dejamos llevar. Permanecimos unos minutos así, unidos por ese instante mágico e irrepetible en que nuestras bocas se rozaron fundiéndose en una sola y luego, nos separamos.
-¿Vamos a la cocina?-asentí, impresionada por lo que había sentido apenas un instante antes.
Precedí a Mike que caminaba detrás de mí, silbando, despreocupado. Nos sentamos en la cocina y fui a preparar el desayuno.
-¿Desayunaste?-pregunté.
-No, a eso vengo-me sorprendí.
-¿Vienes aquí a desayunar? Yo que estaba pensando que tenía un novio romántico pero solo vino a mi casa a desayunar…-había utilizado la palabra ``novio´´. Entonces Mike ya era mi novio, oficialmente.
Él rió.
-No, tontina. Te traje el desayuno-sacudió la bolsa delante de mis narices.
-¡Oh, qué amable!-lo besé. Fue un beso fugaz.
Sacó dos vasos de cartón de Starbucks (me pregunté cual estaría abierto a esas horas) y unos cruasanes rellenos de mermelada. El mío era de frambuesa.
-Oye, ¿cómo sabías que la frambuesa es mi sabor de mermelada favorito?
Se encogió de hombros.
-Intuición masculina-sonrió socarronamente y siguió masticando su cruasán relleno de mermelada de melocotón.
Terminamos de desayunar.
-Hace un bonito día para ir a la playa ¿no te parece?-preguntó Mike. Me encogí de hombros.
-Si quieres ir…
-¿No te apetece?
-Si te apetece ir a ti, vamos-sonreír.
-Con estar contigo me basta-miraba al suelo cuando lo dijo, esperando mi reacción. Me sonrojé. Me acerqué a él y le alboroté el pelo, cariñosamente.
-Damos un paseo, llevo las cosas preparadas y tú te pasas por tu casa a por el bañador y eso ¿ok?-le susurré al oído antes de besarle.
-Perfecto-respiró hondo y me acompañó a mi habitación donde preparé mis cosas.
-¿Abril?
-¿Sí?-pregunté sin levantar la mirada de lo que estaba haciendo.
-¿Qué te parecería venir a mi casa y conocer a mis padres?-me quedé de piedra. ¿Me iba a presentar a sus padres?-No, mejor no… No sé en que pensaba…-se disculpó pensando que me había enfadado.
-No, Mike, está bien, vamos-asentí con la cabeza, intentando reforzar mis palabras.
-¿Estás segura? Si no quieres no pasa nada…-continuó.
-Segurísima. Voy a cambiarme-Mike se levantó de la cama donde se había sentado y fue al salón a llamar a sus padres.
Para la ocasión elegí un vestido naranja, corto, de flores con falda de volantes. Me calcé unas sandalias romanas negras y cogí la bolsa, diciéndole a Mike que nos podíamos ir.

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Capítulo 34

Nos encaminamos al lugar donde estaba Jake. Lo vimos, estaba cerca de una terraza donde su prima estaba sentada. Esperaba a Diego. Mike agitó la mano intentando llamar la atención de Jake que sonrió nada más vernos. En cuanto nos acercamos Jake comenzó a hablar:
-¿Todo claro?-asentí-Debe salir perfecto para que ese capullo tenga lo que se merece.
He de admitir que en el fondo sentía pena por Diego aunque, como bien dice el dicho, ``quien siembra viento recoge tempestades´´.
-¿Tu prima sabe lo que tiene que hacer?-pregunté, Jake asintió.
Nos sentamos en un banco cerceno a la terraza esperando la llegada de Diego. No nos hizo esperar demasiado. A los diez minutos apareció. Me puse nerviosa. No quería verlo de nuevo. Ahora estaba con Mike. Desde nuestro lugar escuchábamos todo lo que se decía en la terraza. Alana vio a Diego y se puso en pie. Lo besó en los labios, muy cariñosa. Él nos daba la espalda y ella nos guiñó un ojo.
-¿Qué es eso tan importante que querías decirme?-preguntó Diego.
-Sentémonos-Alana lo condujo a la mesa.
Se sentaron y ella empezó con el discurso:
-Es sobre la beca-los ojos de Diego se iluminaron y esbozó una sonrisa de triunfo-Pues es que estuve hablando con mi padre y me ha dicho que sí-se abalanzó a besarla pero ella lo detuvo-Pero ha habido un problema-puso cara de tristeza.
-¿Qué pasó, mi amor?-estaba disfrutando de lo lindo.
-Pues que Jake, mi primo, me llamó.
-¿Y?-no comprendía nada.
-Pues que me contó una cosa sobre ti-fingió entristecerse.
-¿Qué te contaron, preciosa?-le apartó un mechón de pelo de la cara.
-Que tú solo estás conmigo para conseguir la beca-dio un trago a su Coca-cola.
-¡Eso es mentira! ¡Yo te quiero!-fingió ofenderse. Mi momento se acercaba.
-Pues aquí hay una persona que dice que se lo has confesado.
-¿Quién?-me acerqué a la mesa-¿Abril?-no se lo esperaba el muy…
-Hola, Diego. ¿Entonces era mentira lo de que estabas con ella porque era la hija del rector y solo querías conseguir tu dichosa beca?-señalé a Alana con la cabeza.
-Eso… Yo… No sé que… Es mentira. No la creas. Quiere separarnos. Ella está enamorada de mí-lo intentó Diego, sin resultados.
-¿Yo? ¿Enamorada de ti? Lo siento pero lo estoy de otro-miré a Mike que observaba la escena, complacido.
-Tú misma lo dijiste…
-No. Estuve, estuve, pasado, terminado ¿lo comprendes? ¿O todavía no?-estaba muy, muy enfadada.
-¿Sabéis qué? ¡No os necesito! ¡Ya conseguiré la beca por mi mismo!-se dio media vuelta, dispuesto a marcharse.
-¡Pues ya te puedes ir buscando otra facultad…!-gritó Alana-Ese idiota se lo merecía. ¡Qué engañada estuve!
-Idem-nos acercamos a Mike y Jake.
-Has hecho bien-Mike me abrazó.
-Eso espero-me abracé fuerte a él, deseando que nunca me soltara.
Caminamos. Alana no dejaba de hablar.
-¿Cómo fue capaz de intentar engañarme? ¿Cómo fui tan imbécil? Solo para conseguir la beca esa de los co…
-Alana, ya está-Jake intentó calmarla sin éxito.
-¿Eres consciente de lo que ha hecho ese capullo?
-Bueno, nosotros nos vamos chicos-Mike intervino.
-Muchas gracias, Abril. Te estoy muy agradecida.
-De nada.
Tras despedirnos, nos alejamos.
-¿Así que estás enamorado de otro?
-Sí-lo besé.
-Humm… Creo saber de quien-sonrió Mike.
-Puede ser quien estés pensando-reí.
Nos acercamos a la estación para volver a Manhattan. Yo no tenía demasiadas ganas, ya que sabía que eso significaba separarme de él. El metro llegó y ambos subimos. No había asientos para ambos y él tuvo que ir de pie. En Manhattan fuimos a mi casa y él decidió quedarse un rato. Nos acurrucamos en el sofá a ver una peli y comer palomitas. Después Mike tuvo que irse y nos despedimos en la puerta de mi casa. Con un beso muy dulce, perfecto.

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Capítulo 33

Era feliz. Solo con eso era feliz. Estando a su lado. Su mano acariciaba la mía, con calma y serenidad.
-¿A dónde vamos, entonces?-me preguntó.
Me encogí de hombros y le respondí:
-¿No era improvisación?-le regañé, él negó-Pues a cualquier parte.
-¿Te apetece volver a visitar Brooklyn?
Acepté encantada. Caminamos hacia la estación de metro y compramos los billetes y nos sentamos a esperar el metro.
-¿Qué día te vas?-preguntó Mike.
-El trece-suspiré. Lo iba a echar muchísimo de menos-Menos de una semana.
Asintió en silencio, pensativo. No hablamos hasta que el metro llegó. Subimos y nos sentamos.
-Oye, Mike.
-Dime-me miró, sonriendo.
-Tengo que contarte una cosa-me detuve, cogí aire y reanudé la conversación-¿Sabes Alana, la prima de Jake?-asintió con la cabeza-Esto… buff… no sé como decirlo-Mike me apretó la mano, instándome a seguir-Pues que Diego está con ella solo para conseguir la beca en la Universidad-solté de golpe.
Me miró horrorizado.
-¡Qué ca…! ¿Desde cuándo lo sabes?-interrogó.
-Pues… no sé… -hice memoria-Desde antes de ir a Long Island.
-Luego quedamos con Jake y se lo decimos. Ese idiota va a salir de aquí escarmentado-rió Mike.
-¿Qué has pensado?-pregunté.
Mike me contó su plan y quedé complacida. Al fin Diego iba a tener su merecido. Se iba a quedar sin lo único que le importaba. Mike le mandó un mensaje a Jake y quedamos después de un par de horas en Brooklyn.
-En el fondo, me da pena-dijo Mike.
-¿Quién? ¿Diego?
Asintió, despacio:
-Sí, no sabe lo que tenía-seguí sin comprender-Tú-me sonrojé por el halago-Pudiste ser su novia y te rechazó solo por una beca-sacudió la cabeza-Una muestra más de los idiotas que no merecen la pena y andan sueltos por el mundo.
En mi mente surgió una duda.
-Mike, ¿tú renunciarías a la beca de Antropología por estar conmigo?-me asustaba su respuesta.
-Sin dudarlo-me besó en los labios. Sentí que me derretía por dentro.
Estaba claro. Mike era perfecto. Bueno, algún fallo tenía pero no se los tuve en cuenta.
-Te quiero-le susurré, con voz casi inaudible.
-Para-me sorprendió lo serio que lo dijo. Me asusté.
-¿Qué pasa?
-Esos señores mayores de allí-seguí la dirección de su mirada hasta que los localicé. Un señor y una señora. Sentados juntos, con bolsas de la compra a su alrededor-Nos estaban mirando, enfadados por que nos besáramos.
Me eché a reír bajito y lo besé otra vez.
-Así ya pueden pedir que nos echen a las vías.
Esta vez, ambos reímos. El metro se detuve y nos bajamos. Subimos las escaleras.
-¿Qué te parece si nos compramos un café en un Starbucks y unos bollos en una pastelería y nos sentamos en algún parque cercano?-pregunté.
-Genial, vamos al Starbucks.
Caminamos hacia allí y compramos dos frappuccinos para llevar. Mike fue a beber pero lo detuve.
-Espera, cuando compremos todo y lleguemos al parque.
Aceptó y buscamos una pastelería. Compramos unos cruasanes de chocolate y nos dirigimos al jardín botánico de Brooklyn, lugar del que Mike me había hablado.
Me quedé maravillada. Era hermoso. Los cerezos en flor se extendían flanqueando el camino lleno de hojas color rosa. Los cerezos se inclinaban con las ramas extendidas sobre un lago, cubriendo la superficie del agua de hojas rosas convirtiendo el lugar en un paisaje de cuento de hadas. Nos sentamos debajo de un cerezo a disfrutar del improvisado picnic.
-Este lugar es precioso-dije, sonriendo.
-No tan precioso como tú-dijo Mike poniéndose rojo como un tomate al igual que yo. Nos miramos y ambos estallamos en carcajadas. Lo nuestro no era ni halagar ni ser halagados.
Comimos y bebimos sentados en el césped. Luego nos tumbamos boca arriba, él con los ojos cerrados, yo con ellos abiertos mirando las nubes, el lago, los cerezos y, sobre todo, a él.
Un rato después el móvil de Mike sonó. Era Jake. La operación ``Diego´´(por llamarle de algún modo) había comenzado.

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Capítulo 32

A la mañana siguiente estaba rebosante de energía. Madrugué más que si hubiera tenido que ir a trabajar. Me duché, me puse un chándal y salí a hacer footing. Corrí, sin pensar como si mi vida dependiera de ello. Improvisé como me había enseñado Mike. Mis pasos me llevaron a Central Park que todavía dormía. El sol se atisbaba entre los rascacielos que parecía que intentaran rozar el cielo. Gente como yo, haciendo footing entraban y salían de Central Park. Gente que trabajaba los fines de semana. Paseantes de perros. Turistas madrugadores. Trabajadores del lugar. Parejas, familias, amigos, gente solitaria. Todo tipo de personas. No me extrañaba el mote de ``La ciudad que nunca duerme´´.
Corrí sin detenerme. Rodeé Central Park tres veces y luego salí en dirección a mi casa, también corriendo. Llegué, me cambié de ropa y me puse a limpiar. En menos de una hora todo estaba como los chorros del oro. Salí a comprar alimentos para preparar la comida de ese día. Compré espaguetis y salsa siciliana y también bebida. Subí a casa. Pensé que hacer a continuación. Tenía todo el día por delante y nada que hacer. ¿Llamaba a Mike para quedar? Bueno, a esa hora seguiría dormido. Lo llamaría después de comer a ver si podía quedar.
Encendí el televisor y puse la MTV. Estaban echando un programa de tuneo de coches que me entretuvo bastante. Para cuando acabó estaba hambrienta así que comencé a preparar la comida. Sintonicé la radio y empecé a canturrear en inglés. Sonaba Welcome to my life de
Simple Plan:
Do you ever feel like breaking down?
Do you ever feel out of place?
Like somehow you just don't belong and no one understands you
Do you ever wanna run away?
Do you lock yourself in your room with the radio on turned up so loud so that no one hears you screaming.
Adoraba esa canción, como casi todas las de Simple Plan. El agua empezó a hervir y coloqué en la pota los espaguetis. Me senté a seguir cantando mientras esperaba que la comida estuviera lista. Unas cuantas canciones después los espaguetis estuvieron preparados, solo faltaba echarles la salsa. Comí y nada más terminar cogí mi Blackberry para llamar a Mike. ¡Mierda! Me había quedado sin batería. La conecté al cargador, impaciente. En cuanto tuve suficiente batería busqué el número de Mike. En cuanto lo localicé, marqué. Al cuarto bip, cuando ya comenzaba a impacientarme, su voz se escuchó al otro lado del teléfono.
-¿Abril?-sentí un escalofrío cuando pronunció mi nombre. Lo hizo de una forma diferente que no soy capaz de explicar. Me percaté de las ganas que tenía de verlo. Me moría por verlo.
-Hola, Mike.
-Humm… Hola.
-Te llamaba por si te apetece quedar esta tarde…-dejé la frase sin acabar, esperando su respuesta.
-Vale. ¿A dónde te apetecería ir?
-Me da igual-``con estar contigo me basta´´, pensé.
-Entonces, improvisaremos, como la otra vez-sonreí-¿A qué hora quedamos?
-¿Estás libre ya?-me moría por verlo.
-Sí, ¿en una hora y cuarto te paso a buscar?
-Perfecto.
-Adiós. Un beso-¿de cuáles? Esperaba que en los labios.
-Chao. Otro-en los labios que conste.
Colgamos al mismo tiempo. Fui a cambiarme. Sí, todavía faltaba algo más que una hora pero no podía quedarme diez segundos quieta en el mismo sitio. Miré por la ventana. Hacía bastante sol. Me decidí por unos pantalones negros, bastante finos y por una camiseta azul (del color de los ojos de Mike) con mis sandalias romanas. Busqué las gafas de sol. ¿Dónde las había guardado? Ah, en el bolso negro. Las saqué y las guardé en el bolso vaquero que había elegido para esa tarde. Me senté en el sofá y encendí la televisión. Estaba tan nerviosa que ni me enteré de lo que estaba viendo. No paraba de mirar el reloj. Los minutos me parecieron horas. Al fin sonó el timbre. Corrí a abrir.
-¡Ya bajo!-no le dio tiempo a decir nada porque yo ya había colgado el auricular.
Cogí el bolso y me acerqué al espejo del baño a revisar mi aspecto. Me coloqué las gafas de sol en la cabeza, apartando mi pelo de los ojos. Abrí la puerta y llamé al ascensor. Bajé. Mike me esperaba en la puerta, sonriente, guapo.
-Hola-dijo.
No resistí a la tentación. Me acerqué y lo besé en los labios, dulce, cariñosa.
-Hola-susurré a su oído.
-¿No me llevas antes a cenar?-bromeó.
-Humm…. En todo caso a merendar, casi a comer-le seguí la broma.
-¿Te apetece ir a merendar?-preguntó.
-Vale, pero más tarde. Paseemos-le di la mano y comenzamos a andar.

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Capítulo 31

Por la mañana marché a trabajar muy ilusionada. Quería ver a Mike. Últimamente siempre estaba pensando en él. Era perfecto. Estaba empezando a volverme loca. Por él. Llegué bastante pronto, casi al mismo tiempo que Mike. Él llevaba unos días yendo antes para abrir porque el dueño no podía.
-Hola-sonreí.
-Hola ¿qué tal?-bostezó.
-Bien. ¿Tienes sueño?-inquirí.
-Sí, bastante. No dormí nada bien-me pregunté el porque pero no se lo dije.
-Pues hoy por la noche…
-Lo sé. Seguramente me pase la tarde durmiendo-rió Mike.
-Bah, total mañana es sábado.
-Sí, hablando del sábado, ¿tienes planes?-me sorprendí.
-No, no tengo nada que hacer-ojalá me pidiera para quedar y fuéramos juntos a algún sitio.
-¿Te apetece que vayamos a la playa o a dónde tu quieras?
-Genial. Elige tú.
-Mañana te digo.
Seguimos trabajando. A la hora de comer nos despedimos. Pasé la tarde en casa, mirando la tele y andando en el móvil. Llamé a mi familia. Empecé a arreglarme. Llevaría unos shorts vaqueros, una camiseta básica y una sudadera que hacía juego con mis botines negros. Rachel y Mike llamaron a mi portal. Me apresuré a bajar. En el espejo del ascensor comprobé mi aspecto. Bien, presentable, prueba superada. Bajé y los vi. Rachel llevaba el pelo recogido en una cola. Llevaba unos vaqueros ajustados y. una camiseta color verde caqui a juego con sus converse de estampado militar. Un bolso verde bosque completaba el conjunto. Mike estaba guapísimo y sentí que me derretía cuando me escudriñó con esos ojos azul cielo que comenzaban a volverme loca. Llevaba una camiseta holgada, color naranja que le sentaba fenomenal, unos vaqueros oscuros y unas deportivas negras. Casi todo el mundo diría que iba vulgarmente vestido pero para mí era como si llevara un smoking. Caminamos hacia el restaurante.
-¿A que restaurante vamos?
-A uno cercano. Jake nos está esperando-aclaró Rachel. Mike todavía no había abierto la boca.
Continuamos en silencio hasta que no aguanté más y empecé a hablar. Solté lo primero que acudió a mi mente:
-¿Dormiste hoy?-me dirigí a Mike.
-Sí pero no demasiado. Rachel no paraba con la música-se quejó.
-Oye…
-No he criticado a nadie así que no empieces-cortó Mike.
Llegamos a un local de comida mexicana. Jake estaba en sentado en una mesa. Nos sentamos y pedimos. Yo pedí tacos al igual que Mike y, Rachel unos nachos para compartir con Jake. Cenamos, pagamos y salimos en dirección a Central Park. El concierto empezó al poco de llegar. Estuve muy cerca de Mike, tal vez más de lo necesario pero ninguno de los dos se apartó. Disfruté de la música. Rachel y Jake se levantaron y Jake preguntó:
-¿Nos vamos?
-Ir yendo vosotros que nosotros vamos a dar un paseo todavía-me sorprendí pero no me negué.
-Ok.
Rachel me guiñó un ojo y se acercó a mí para susurrarme:
-A por él-sonrió, dándome ánimos.
Los vimos marchar y nosotros comenzamos a caminar en dirección contraria, adentrándonos en la oscuridad hasta alcanzar el resplandor de la farola más cercana.
-¿Nos sentamos?-asentí y aunque estuviéramos en la oscuridad Mike adivinó mi gesto. Nos sentamos delante de unos árboles. Mike me agarró la mano y se acercó a mí. Lo imité. Se inclinó ligeramente hacia mí. Sus labios rozaron los míos, tímidos, cariñosos pero dejándome espacio por si me negaba. Le devolví el beso que esta vez fue más apasionado y largo. Era maravilloso. Deseé que ese momento durara para siempre pero terminó. Ambos sonreímos. Entre los árboles se escuchó un crujido como unas pisadas.
-Venga, vámonos. Empieza a hacerse tarde-le di la razón y nos encaminamos hacia mi casa.
Estaba flipada. ¡Mike me había besado! Caminé sin enterarme de nada y cuando desperté, por decirlo de algún modo, estábamos en mi portal. Mike me acercó a él y me besó. Un beso largo y cálido, perfecto.
-Buenas noches, Abril-dijo Mike a modo de despedida.
-Buenas noches, Mike.
Abrí la puerta, llamé al ascensor y subí. En casa me puse a dar saltos de alegría. Por la noche casi no dormí pensando en esos labios, en ese beso y en algo más importante, el muchacho que me lo había dado.

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Capítulo 30

Me costó bastante encontrar la calle donde estaba el restaurante italiano pero, por suerte, Rachel sabía donde era. Encontramos una mesa libre y tras sentarnos ambas pedimos pizza. Mientras esperábamos que la comida llegara retomamos la conversación:
-Creo que debes hablar con mi hermano-no me miró cuando lo dijo.
-No, yo no…-no supe que decir aunque en el fondo sabía que lo que me faltaba era valor. Suspiré.
Rachel continuó sin mirarme. Pasaron unos segundos eternos hasta que habló.
-¿Qué te parece si nos olvidamos de esos dos un rato? Estoy segura de que no están pensando en nosotras-sonrió. Le devolví la sonrisa, algo aliviada.
La pizza no tardó en llegar. Llevaba mucho tomate y queso italiano, contenía un montón de especies que no logré identificar junto con las más típicas como el perejil y el romero.
-Está buenísima-dijo Rachel con la boca llena. Asentí con la cabeza.
Comimos en silencio. Un camarero vino a preguntarnos si querríamos postre. Rachel asintió con la cabeza pero yo negué. Rachel pidió Pannacotta, sonreí al recordar la vez que fui a comer con Mike y él pidió eso.
-¿De qué te ríes?-le conté lo que había recordado-¿No te dije que nada de pensar en ellos?-me regañó. Asentí recordando nuestro pacto.
Cuando Rachel terminó pagamos y salimos del local.
-¿A dónde vamos?-no contestó ya que su móvil comenzó a sonar.
Sonrió y contestó:
-¿Ya nos echáis de menos?-preguntó en tono meloso. Calló escuchando lo que le decían al otro lado de la línea-Oh, vamos no seáis pesados-volvió a quedarse unos minutos en silencio-Luego os llamo-colgó y murmuró-Pesado-pero por su rostro se extendió una sonrisa.
-¿Eran ellos?-pregunté.
-Sí, que si ya comiéramos y así quedábamos. ¡No pueden vivir sin nosotras!-exclamó divertida.
-¿Qué vamos hacia donde están?-negó intensamente con la cabeza-¿Entonces…?
-Vamos a Central Park-dijo muy segura. La miré sin comprender-Es que ellos están muy lejos, entonces cuando nos cansemos de hacerlos esperar los llamaremos para que vengan-rió-Eso no es todo. Estaremos un poco en Central Park y luego les pediremos para ir otra vez a donde están ellos-soltó una carcajada, reí con ella. Me gustaba la idea de hacerlos rabiar-Ya verás que cara ponen-seguimos riendo hasta nuestro próximo destino.
Llegamos a Central Park y buscamos un sitio para tumbarnos. Encontramos una explanada prácticamente vacía y nos sentamos a esperar y a maquinar el plan. Debía ser perfecto. A los veinte minutos los llamamos. Empezaron a quejarse pero aceptaron. Cuando hablamos con ellos apenas fuimos capaces de contener las carcajadas. Pero hicimos esfuerzos por parecer normales y que no sospecharan nada. Tardaron en llegar. Un silbido nos llamó la atención y vimos a dos chicos agitando la mano en nuestra dirección. Nos incorporamos y les devolvimos el gesto pero no nos acercamos
Jake y Rachel se saludaron con un beso en los labios aunque Mike estaba delante. Nosotros nos quedamos parados a una distancia prudencial, mirándonos. Desde el amago de beso (no se le podía llamar de otro modo)ambos estábamos muy tensos. Sonreí dudosa. Una radiante sonrisa se extendió por su rostro. Rachel y Jake se acercaron y nosotros respiramos, aliviados. Nos sentamos en la hierba. Estaba nerviosa. Si a partir de ahora me iba a pasar eso cada vez que estuviera cerca de Mike… Estuvimos cerca de una hora tumbados, sin hacer absolutamente nada. Rachel levantó la mano. Era la señal. Comencé con mi discurso:
-¿Porqué no vamos a dar una vuelta?-levantaron las cabezas y me miraron-Venga, vamos a Times Square-me levanté y Rachel me siguió tirando de Jake.
-¿Estáis locas? Venimos de allí-protestó Mike.
-No me di cuenta-mentí. El plan salía a la perfección.
-Venga, vamos-Rachel habló con esa voz melosa de antes y le puso ojitos a Jake.
-Está bien-se rindió. Ella como agradecimiento le dio un corto beso en los labios.
Mike bufó y se levantó del suelo. Nos encaminamos hacia Times Square. Los dejamos ir delante y nosotras empezamos a hablar en voz muy baja, una al oído de la otra.
-Esto está saliendo genial-dije.
-Sí, se lo están tragando todo-rió Rachel.
-Se van a poner como basiliscos cuando les contemos que es una broma.
Ambas reímos. Mike y Jake se giraron:
-¿Qué estaréis tramando vosotras dos?-Mike retrasó el paso para acercarse a nosotras.
Rachel comenzó a acercarse a Jake y yo le lancé una mirada de desespero. Me apretó la mano y empecé a caminar con Mike. Noté que me miraba de reojo. Me puse nerviosa. ¿Qué le decía? Su mano buscó la mía, Mis nervios aumentaron pero no me solté. Intenté relajarme. Inspirar, expirar, inspirar, expirar. Estaba tan concentrada que no vi el adoquín por lo que tropecé y si no llega a ser por Mike me habría chocado de bruces con el suelo. Me sujetó.
-¿Estás bien?
-Si, sí…
-¿No te has torcido el tobillo?
-No, no ha pasado nada-estábamos muy cerca, nuestros rostros casi rozándose. Sentí el impulso de besarle. Mike se apartó y seguimos caminando en silencio.
Al cabo de un rato caminando a paso rápido llegamos a Times Square. Nos acercamos a un Starbucks cercano y encontramos una mesa libre. Nos apresuramos a sentarnos y a pedir. Hablamos de que planes había para el día siguiente. Ese día había una actuación en Central Park por la noche y quedamos en ir todos juntos. Quedaríamos a media tarde, daríamos un paseo y luego cenaríamos pronto para no perdernos el concierto. Cuando todo estuvo planificado salimos y nosotras empezamos a caminar en dirección contraria a nuestras casas.
-Ey, creo que os confundís de dirección-dijo Jake señalando el otro lado.
-¿No damos un paseo?-preguntó inocentemente Rachel.
Las caras de Mike y Jake fueron un poema y nosotras estallamos en carcajadas.
-¿De que os reís?
-De vosotros-consiguió decir Rachel-Todo es una broma-dijo, ya más seria. Nos miraron sin comprender-Lo de pasear, haceros ir a Central Park y luego hasta aquí era una broma.
Se miraron y se acercaron, rápidos. Jake cogió a Rachel y le susurró algo al oído tras besarla. Ambos rieron. Mike se acercó a mí y me sujetó las manos. Me las puso a la espalda. Me apartó el pelo de la cara. Mi corazón empezó a latir, acelerado. Un sentimiento brilló en sus ojos azules pero, sacudiendo ligeramente la cabeza, se apartó de mí.
-Vamos a casa. Empieza a hacerse tarda-todos le dimos loa razón a Jake y comenzamos a caminar hacia nuestras casas, todos inmersos en nuestros propios pensamientos
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Capítulo 29

Esa noche soñé con él. Mike estaba en un lado de Times Square y yo en el otro. Quería acercarme y, cuando ya estaba prácticamente a su lado, Diego aparecía y no me dejaba acercarme a él y yo cada vez estaba más lejos, más lejos… Me desperté gritando. Suspirando me metí en la ducha.
Ahora, sueños proféticos… Si me despedían en la heladería podría trabajar de adivina. Me moría de ganas de verlo. ¡Necesitaba ver a Rachel! Estaba empezando a alucinar con mis sueños… Estaba comenzando a volverme loca. Sentía como un ``quiero pero no puedo´´ me negaba mis escasas oportunidades con Mike. Se merecía algo mejor. La ecologista que había pensado en un primer momento cuando me intentó besar. Ahora la idea me resultaba tentadora. La de besarle, claro.
Salí hacia el trabajo llena de sensaciones contradictorias. Me moría por verlo pero tenía miedo de meter la pata o no sé… Todo era tan complicado. El camino se me hizo más corto que nunca, un suspiro. Abrí la puerta y, respirando hondo, entré. Y ahí estaba. Nunca me había fijado en lo guapo que era. Me quedé sin respiración y empecé a ahogarme. Me acerqué. Su pelo rubio emitía destellos cegadores. Sus ojos azules emitían amabilidad y nobleza. El resto de su cuerpo… Parecía un ángel que brillara con luz propia. Me acerqué al mostrador y el levantó la vista de unos papeles que ojeaba. Una sonrisa iluminó su rostro.
-Hola.
Me obligué a hablar para no parecer una estúpida.
-Hola, Mike ¿qué tal andas?-estúpida, estúpida, estúpida. Quería golpear la cabeza contra la pared por la tontería que acababa de decirle.
-Humm. Ando bien, un pie delante, otro atrás-bromeó.
-Sabes a que me refiero-me acerqué a él. Los latidos de mi corazón se aceleraron. La sangre retumbaba en mis oídos.
-Lo sé-di otro paso y me coloqué a su espalda.
Observé los papeles que leía. Eran de la Universidad. Estábamos muy cerca. Él se giró y dio un paso en mi dirección. Estabas muy cerca, nuestras respiraciones aceleradas. Ambos dimos otro paso, casi rozándonos. Me estremecí. Él inclinó su cabeza, lentamente, mientras cerraba los ojos. Lo imité. Todo era perfecto hasta que un molesto tintineo nos interrumpió. La maldita campanilla de la puerta. Nos separamos de un salto, azorados. Fui a atender al cliente. Era un hombre mayor que pidió un café con leche pese al calor que hacía. Aunque no tenía claro si era que realmente era un día caluroso o se debía a la proximidad de Mike de hacía apenas un minuto. No hablamos demasiado hasta que, casi a la hora de la salida, la persona a la que llevaba esperando toda la mañana apareció. Pero no iba sola. Iba de la mano de Jake. Rachel llevaba unos pantalones vaqueros muy ajustados y una camiseta azul turquesa que resaltaba sus ojos azules, en los pies vestía unas deportivas blancas con unas rayas en color azul. Jake llevaba unas bermudas marrones y una camiseta negra, en los pies, unas zapatillas negras. Suspiré al ver a Rachel. Quería hablar con ella. Necesitaba hablar con ella.
-Hola, Mike, Abril-Rachel me guiñó un ojo. Cómplice. Le sonreí.
-Rachel, Jake-Mike los saludó con un movimiento de cabeza que despeinó su rubio pelo.
Jake lo imitó.
-Bueno, chicos, hoy os toca comer solos. Abril y yo nos vamos-me agarró del brazo y me empujó hacia la puerta que conducía a la habitación donde guardaba mis cosas.
Me apresuré a cogerlas.
Escuché la voz de Mike preguntando algo pero no comprendí el que. Salí y Rachel comenzó a caminar hacia la puerta.
-Rachel, espera-Jake la agarró y acercó su boca al oído de la joven. Le susurró algo y ella negó, riendo y lanzándole miradas indiscretas a Mike. Se libró de su abrazo y se acercó a mí. Comencé a andar en dirección a la puerta después de dirigirle una última mirada a Mike.
Salimos y Rachel comenzó a hablar:
-No me puedo creer que te estés enamorando de mi hermano- se rió. Iba a replicar pero no sabía que decir así que opté por callar-Me gustaría que fueras mi ¿cuñada? Siempre me hago un lío con los parentescos.
-Rachel, es que no sé que es lo que siento por Mike. Es algo muy fuerte e intenso pero que no soy capaz de describir.
Rachel permaneció unos instantes en silencio y luego empezó a hablar.
-¿No puedes dejar de pensar en él, sientes que lo quieres, sientes desesperación al no poder estar cerca de él cada instante de tu vida, sientes que morirías por él?-asentí, incapaz de decir nada-Estos y muchos más son los síntomas del amor.
-Pero, lo he empezado a sentir de golpe y tengo miedo de ilusionarme y que esto solo sea temporal-no quería volver a sentir lo mismo que cuando quería a Diego.
-A mí me pasó igual. Jake solo era el mejor amigo de Mike hasta que un día lo vi con otros ojos, como si una espesa cortina de niebla que lo ocultaba a mis ojos se hubiera disuelto de repente.
Medité acerca de lo que había dicho. Entonces, ¿era amor? Sí, empezaba a estar segura.
-Gracias, Rachel-la abracé.
-Prefiero que en vez de un abrazo me invites a comer-bromeó.
Decidí llevarla a aquel restaurante italiano al que me había llevado su hermano. Seguimos caminando, dos figuras perdiéndose entre los edificios de Manhattan.

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Capítulo 28

En casa sonreí en silencio. ¡Qué tarde más maravillosa! Mike era maravilloso. Me dirigí a la cocina con esa sonrisa tonta curvando mis labios. No tenía hambre. Fui a mi habitación y me tumbé en la cama. No podía dejar de pensar en Mike. Sacudí la cabeza. ¿Qué me pasaba? No dejaba de pensar en Mike y la sonrisa en vez de disminuir hasta desaparecer iba en aumento. Mi móvil sonó. Era un mensaje de él.
Abril que ya llegué. Un beso.¡Un beso! El corazón me dio un vuelco. Necesitaba verlo. ¿Pero que tonterías estaba diciendo? Si lo acababa de ver… Y lo echaba de menos. Quería hablar con él. Suspiré. ¿Qué era lo que sentía? ¿Amistad? No, no era eso… pero no podía ser otra cosa. Mike era mi amigo y nada más… Pero ese sentimiento… Estaba echa un lío. ¿Lo llamaba? No, mejor no… ¿A quién podía llamar? ¡A Rachel, claro! Busqué su número en la agenda del móvil y la llamé. Con cada bip me ponía más nerviosa. Rachel contestó:
-¿Abril?-pareció extrañarse de que la llamara.
-Sí, soy yo.
-¿Qué quieres?
-Es que… necesito hablar con alguien y tú eres la persona más indicada.
-¿Qué ha pasado?-se alarmó Rachel.
-Nada, nada-la tranquilicé-¿Estás sola?
-Sí pero ¿qué pasa? Habla que me tienes en ascuas.
-Es que no sé que me pasa…-esperó, paciente-Empiezo a sentir algo, que no es amistad, por Mike-esperé su reacción.
-¿Qué es, exactamente, lo que sientes?
Suspiré:
-No lo sé pero acabo de verlo y lo echo de menos y no dejo de pensar en él…
-¡A ti lo que te pasa es que te has enamorado de mi hermano!-exclamó.
-No creo que sea eso…-intenté negar lo evidente.
-Oh, vamos Abril, es evidente-la noté eufórica.
-No le digas nada a Mike.
-Tranquila, tu secreto está a salvo conmigo.
-Bueno, chao, ya hablaremos.
-Mañana me paso por la heladería y vamos a dar una vuelta y me cuentas. Dejamos a Mike y Jake solos.
-Ok. Gracias.
Colgamos y me acosté sin dejar de pensar en él.

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Premio :D

¡Muchísimas gracias a María del blog http://elsecretodemaria2.blogspot.com/ !

Las reglas son las siguientes:
1 - Nombra a quien te premie y su blog.
2 - Premia blogs que formen parte de ti.
3 - Di 3 mentiras y 3 verdades.

Les doy el premio a:
-La Bendición:  http://mirfandu.blogspot.com/
-Desde el principio: http://desdeelprincipio5.blogspot.com/
-Si el mundo dice negro tú di blanco: http://sielmundodicenegro.blogspot.com/
-The secret: http://thesharelcourse.blogspot.com/
-Destino: http://blueskydestino.blogspot.com/

Ahora me toca decir tres mentiras y tres verdades XP
Empecemos por las verdades:
-Mis colores favoritos son el morado y el rojo
-Adoro la serie Crónicas Vampíricas
-No me gusta bailar
Ahora vamos con las mentiras:
-Dibujo bien
-Soy buena en volleyball
-Me gusta el invierno

¡Enhorabuena a todas las ganadoras! ¡Un beso! :D

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Capítulo 27

A la hora de salir Mike me dijo si me apetecía que fuéramos a dar una vuelta, solos.
-Iremos mejor sin esos dos pesados-se estaba refiriendo a Jake y Rachel. Lo dijo jocosamente pero algo me dijo que no solo era eso aunque no pude determinar porque no quería ir con ellos.
Acepté aunque sentí nervios en mi interior. Eso me sorprendió bastante. ¿Por qué me tenía que poner nerviosa? Solo iba a salir con Mike. Era mi mejor amigo, no tendría que sentirme nerviosa. Quedamos en mi casa después de comer.
Al terminar de comer me puse a seleccionar la ropa que llevaría. Estaba muy indecisa y debí de sacar veinte camisetas e igual número de pantalones hasta que me decidí. Cogí unos vaqueros oscuros, ajustados, una camiseta de manga larga, blanca con un dibujo de un corazón negro y mis incondicionales Converse negras. Me alisé un poco el pelo. Mike llamó a la puerta justo cuando acababa de sentarme en el sofá a esperarle. Mis nervios aumentaron y pensé que era una estúpida por sentirme así. Le abrí y le pedí que subiera. Él también se había cambiado de ropa. Llevaba una camiseta azul turquesa que resaltaba sus ojazos y unos pantalones vaqueros muy claros. En vez de llevar sus gastadas deportivas grises vestía unos tenis blancos inmaculados como si acabara estrenarlos. Me dedicó una fugaz sonrisa. También parecía nervioso. Le indiqué con un gesto que entrara y tomara asiento en el sofá verde.
-Ahora mismo vuelvo ¿quieres algo?
-No, gracias.
Me dirigí a coger la chaqueta y el bolso que había dejado en la habitación, encima de la cama. Volví junto a él.
-Bueno, ¿qué vamos a hacer?-aún no habíamos acordado que hacer.
-Ni idea. Improvisemos.
-¿Cómo se hace eso de improvisar para salir?-me reí.
-Oh, vamos. Improvisar. Salir y caminar hacia donde tus pies te lleven, sin rumbo-se encogió de hombros.
-Pues, vamos a improvisar-me levanté del sofá y él me siguió. Cerré la puerta con llave mientras Mike llamaba al ascensor.
Entramos y se produjo un incómodo silencio. Un piso menos, dos, tres, cuatro, y así sucesivamente. La puerta se abrió dando paso al vestíbulo, por llamarlo de alguna forma. Salimos a la calle y nos quedamos unos instantes parados. Mike echó a andar. Lo seguí sin rechistar.
-Por cierto, ¿en que fecha vas a Barcelona?-pregunté. Mike frenó un poco el paso y pensativo, respondió.
-El dieciséis de octubre empiezo la Universidad así que, tendré que ir un par de días antes. ¿Tú cuándo te marchas?
-El trece de agosto-faltaba poco.
-Eso es dentro de nada-ni que leyera mis pensamientos.
-Lo sé-suspiré. Iba a echar de menos todo eso.
Seguimos caminando, rápidos, sin detenernos un instante. Acabamos en una calle cercana a Times Square, lugar al que nos dirigimos a continuación. Ahí era el lugar donde se podía observar todo el auge de Nueva York. Seguimos caminando y entramos en un local donde pedimos dos Coca-colas. Las bebimos mientras hablábamos de que hacer a continuación.
-¿Subiste alguna vez a un autobús de dos pisos?
Como respuesta negué con la cabeza. Mike se levantó, pagó y me agarro de la mano y me arrastró tras él.
-Vamos.
-¿A dónde?
-A subir en un autobús de dos pisos, tontita-me golpeó la cabeza cariñosamente-Hay una parada aquí cerca.
Corrí tras Mike que no me soltó la mano en ningún momento. Cruzamos algunas calles, corriendo como si la vida nos fuera en ello. Cuando al fin nos detuvimos, jadeábamos, agotados. Miré a nuestro alrededor. Estábamos delante de una parada de autobús donde los turistas de todas las nacionalidades se amontonaban.
-Mike-me detuve a recuperar el aliento-¿Esto no es una excursión de turistas?-vislumbré a una guía que llevaba unos papeles en la mano y miraba nerviosamente el reloj de su muñeca.
-Exactamente-sonrió.
-¿Entonces que hacemos aquí?-no comprendía nada.
-¿No lo entiendes?-se inclinó hacia mí y yo me estremecí-Vamos a colarnos-lo susurró en mi oído.
-¿¿Qué??-casi lo grité y unos turistas se volvieron a mirarnos.
-Shh, no grites o destrozarás el plan. Disimula-lo miré, embobada-Ahora.
En la distancia apareció un autobús de dos pisos, color rojo, mítico de las pelis de Nueva York. Mike me dio la mano, reteniéndome. Subieron unos cuantos ancianos y turistas japoneses y, entonces Mike se dirigió al autobús mientras la guía ayudaba a una señora con su enorme bolso, nos colamos sin problemas y subimos al segundo piso donde nos sentamos.
Me reí bajito.
-Que fácil ha sido ¿no?
-Uno que sabe. Cuando éramos más pequeños, Rachel y yo, veníamos una vez al mes o así y aprendimos a colarnos.
-Me parece que eres una mala influencia-sonreí.
-Ya, pero te gusto-mi corazón dio un vuelco hasta que me percaté de que se refería como amigos.
Los últimos turistas subieron y el autobús se puso en marcha. Nos llevaron por sitios turísticos mientras la guía nos daba explicaciones. El recorrido duró una hora durante la que disfruté como una niña pequeña. Luego nos detuvimos en el mismo lugar donde nos habían recogido y todos bajamos.
-¿Lo has pasado bien?-fue lo primero que me preguntó Mike cuando nos alejamos de la horda de turistas.
-Genial, disfruté como una enana.
-Me alegro. Te acompaño a casa,¿ no?
Asentí. Empezaba a anochecer. Caminamos en silencio, disfrutando de los últimos rayos del sol en nuestra piel. Cuando llegamos a mi portal el último rayo del sol se ocultó tras los rascacielos, como si nos diera las buenas noches.

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Capítulo 26

-Al fin se ha ido-Mike suspiró. Comprobé que había estado tan tenso como yo.
-Sí, de todas las heladerías tenía que venir a esta-lo miré y él me sonrió con esa hermosa sonrisa.
-Diría que tienes un imán para atraerlo…-ambos soltamos una carcajada.
-Me lo estoy planteando.
-Esto… tengo que contarte una cosa-en ese momento parecía algo azorado.
-Dime, ¿es algo malo?
-No, no para nada-me tranquilizó Mike.
-¿Quieres contármelo de una vez?
-Si- en ese momento se acercó un cliente y Mike tuvo que atenderlo. Maldecí para mis adentros. En cuanto el cliente se alejó Mike volvió a retomar la conversación-Pues que me han aceptado en la facultad de antropología de Barcelona para el año que viene-sonrió, su sonrisa estaba llena de esperanza, alegría y nerviosismo.
Me quedé petrificada digiriendo la noticia. Luego empecé a dar grititos y saltitos como una niña pequeña a la que acaban de comprar la muñeca que tanto deseaba.
-¡Es genial, Mike! ¡La facultad de antropología queda cerca de la de periodismo!-lo abracé. A él le costó reaccionar pero me devolvió el abrazo igual de emocionado.
-Ejem-una voz carraspeó a nuestras espaldas y nosotros nos separamos avergonzados.
Era Rachel. Sonreía con complicidad y picardía.
-¿Ya le dijiste que el año que viene me vas a dejar sola y te vas a ir a Barcelona?-lo dijo haciendo pucheritos como si fuera a ponerse a llorar.
-Estarás perfectamente sin mí. No me echarás nada de menos. Tendrás más libertad.
-Oh, vamos, deja de decir tonterías. Eres mi hermano, por supuesto que te echaré de menos-lo dijo muy convencida. Aunque siempre se anduviera metiendo con Mike en el fondo lo quería un montón.
-Tienes razón. Yo también os echaré mucho de menos.
-¡Ay, hermanito! No te pongas sentimental ¿eh?-ya estaba tomándole el pelo otra vez.
-Yo no me pongo de ninguna forma, solo digo lo que pienso-me divertía mucho con esas conversaciones entre hermanos.
-Vamos, Mike, no disimules porque Abril esté aquí. Ambas sabemos que eres un sentimental como Edward Cullen-sonrió, divertida.
-No me compares con ese.
-Para, para, para-lo interrumpí- ¿No te gusta Edward?
-No, no es mi personaje de ficción favorito. ¿A ti también te gusta?-me miró con una mezcla de extrañeza y cierto horror.
-Pues…-me sonrojé y perdí parte de mi aplomo- Sí, tampoco es mi favorito pero me gusta.
-Yo prefiero a Jacob-Rachel sonrió y me guiñó un ojo-Ese Jake es la bomba-sonreí. No se estaba refiriendo, precisamente, a Jacob Black.
-Bueno, para gustos se pintan colores-Mike intervino.
-Es verdad-le di la razón.
-Bueno, ahora ¿me atendéis? Vosotros mucho hablar pero no trabajáis…
-¿Qué quiere, señorita?-Mike se puso serio.
-Humm… Déjeme pensar…-alzó la mirada en dirección al cielo, haciéndose la pensativa-Póngame un batido de fresa.
-Enseguida-Mike fue a preparar el batido de Rachel.
Me miró intentando decirme algo. Entendí que se estaba refiriendo a su hermano pero me hice la tonta. Fui a limpiar una mesa que unos señores acababan de abandonar. Pasé el trapo y recogí las tazas del café. Cuando volví a la barra Rachel estaba sentada saboreando su batido.
-¿Cuánto me cobra, camarero?-observé que todavía continuaban la broma.
-Esta ronda la invito yo, señorita.
-Gracias, Mike-le besó en la mejilla, se despidió de mí y abandonó el local.

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Capítulo 25

En casa llamé a mi madre y le conté que había estado en Brooklyn y que era un lugar maravilloso. En el viaje de vuelta a Manhattan Rachel y yo hablamos sobre la película que fui a ver el día anterior con Mike e intercambiamos opiniones sobre las películas y los libros. El personaje de Harry Potter que más le gustaba a Rachel era Ginny Weasly mientas que el mío era Hermione Granger. Los chicos estuvieron hablando de diversos deportes y no se inmiscuyeron en nuestra conversación. En la estación de Manhattan nos despedimos de Jake y fuimos a mi casa donde nos despedimos con dos besos. Mike y yo nos mostramos bastante tensos después de que Rachel nos pillara cogidos de la mano. Ambos sabíamos que eso no era un delito pero nos resultaba una situación embarazosa ya que solo éramos dos buenos amigos.
Pensando en todo eso preparé la cena. ¿Qué sentía de verdad por Mike? Empezaba a sentir algo más que amistad pero… ¿era amor? No, no podía volver a sentir algo tan pronto después de lo de Diego… ¡Qué lío! Acababa de salir de uno y ya estaba metida de lleno en otro. Suspiré. Ya comenzaba a sospechar que jamás podría vivir sin andar metida en algún lío. No es que siempre estuviera en problemas pero, últimamente…
Cené en silencio. Volví a suspirar. En Manhattan me sentía bastante sola. Aunque en Barcelona tenía un piso para mí sola pero no era lo mismo. Esa era mi ciudad natal y mi familia no vivía demasiado lejos así que a menudo me pasaba por mi antigua casa. A mitad de la cena me levanté y sintonicé la radio. Así al menos escucharía algo. Por la noche vería una película y en español, cosa importante. En cuanto terminé fregué los platos y limpié la casa que casi no estaba sucia. Desconecté la radio, cogí mi pendrive y busqué alguna peli. Humm… había alguna entretenida. ¿Miedo, acción o comedia? Ya había visto una de miedo el otro día y me había dormido. Harry Potter era de acción así que opté por la comedia. Como la vida misma fue mi elección. Me reí y disfruté con la película. Me acosté pero no dormí demasiado bien. Por la mañana estaba agotada. Había sufrido la visita de pesadillas durante toda la noche. No recordaba de qué trataban. Desayuné con calma y me fui a la heladería. Pasé todo el rato bostezando y Mike me preguntó si tenía sueño. Asentí y, aún medio dormida seguí trabajando.
Por la puerta entró una pareja que conocía muy bien, quizá demasiado. Diego y Alana. Él en un primer momento no reparó en mi presencia pero si en la de Mike. Mike se giró, se frotó los ojos y me indicó con la cabeza que fuera a la habitación donde estaban las taquillas. Entré velozmente y lo esperé. A los pocos segundos la puerta se abrió y Mike entró cerrando tras de sí.
-Si quieres los atiendo yo y tú te quedas aquí hasta que se marchen-fue directo al grano. La idea resultaba tentadora pero me negué.
-No, no hace falta. Además tú tampoco te llevas demasiado bien con Diego.
Sonrió. Pasé por delante de él, inspiré aire y, sin mediar más palabra, salí del almacén. Diego estaba esperando para hacer su pedido (siempre tan caballeroso) y dio un respingo al verme.
-Hola-lo dijo tímido, esperando mi reacción.
-Hola, ¿cuál es su pedido?-no me inmuté. Estaba trabajando y debí tratarlo como a un cliente más.
-Oh, solo soy un cliente.
Me indigné. ¿Después de todo lo que me había hecho esperaba que lo siguiese tratando igual que antes? Eso ya era el colmo.
-¿Su pedido?-me tragué el grito que comenzaba a surgir en mi interior y repetí la pregunta que le había hecho antes.
-Un batido de fresa y otro de vainilla-se volvió y se sentó en su mesa junto a la prima de Jake.
Preparé los batidos rápidamente y los serví. Me marché y no los miré hasta que se acercaron a pagar. Alana me dirigió una sonrisa que le devolví. Esa chica empezaba a caerme bien, más que eso, a darme lástima. Si supiera que Diego solo estaba con ella por quien era su padre…
-La cuenta por favor.
Diego me extendió un billete y le cobré. Luego se marcharon. Entonces empecé a respirar.

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Capítulo 24

A la mañana siguiente salió el sol. Me acordé de la canción de Shakira:
Y un día después de la tormenta
Cuándo menos piensas sale el sol
De tanto sumar pierdes la cuenta
Porque uno y uno no siempre son dos
Cuándo menos piensas sale el sol.
Sonreí. Me encantaban esas canciones que eran perfectas para cada momento. Me fui al trabajo muy contenta. Me gustaba trabajar en la heladería: el trabajo estaba bien y, sobre todo, el poder disfrutar de la compañía de Mike. Caminé contenta. Las calles estaban ligeramente mojadas y se corría el riesgo de resbalar pero era un día precioso. El arco-iris se reflejaba en los numerosos charcos que poblaban el suelo pero la mayoría de la gente se encontraba demasiado ajetreada como para reparar en esas pequeñas cosas. Caí en la cuenta del tiempo que llevaba en Manhattan, ya habían pasado casi dos semanas. Tantas cosas habían sucedido desde aquel trece de julio…
Diego acudió a mi mente. En el fondo, lo echaba de menos. No se pueden borrar tantos años de amor de un plumazo aunque estuviera intentando hacer borrón y cuenta nueva. Diego había sido y siempre sería mi primer gran amor. Aunque estuviera equivocada no pensaba olvidar todos esos años. Formaban parte de mi vida y siempre lo harían. Guardaría un cariño especial hacia Diego aunque no fuera como yo pensaba. Me costaría perdonarlo pero sabía que acabaría por hacerlo.
Suspirando atravesé la puerta de la heladería. Mike me sonrió pero no hablamos ya que había clientes en el local y Mike los estaba atendiendo. Parecía que ese iba a ser un día movidito. Y no me equivocaba. Nunca había visto acudir a tanta gente a Mc Gregor. Mike y yo apenas tuvimos tiempo de dirigirnos la palabra y las veces que lo hicimos fueron para preguntar si quedaban servilletas, tarrinas de los helados o vasos de plástico para los batidos. A la salida vino Rachel con Jake. Aunque vinieron por separado me percaté de que habían acordado verse en la heladería. Rachel me preguntó que planes tenía y yo me encogí de hombros. No había pensado en hacer nada.
-Humm… ¿Por qué no vienes con nosotros?-se refería a Mike, Jake y ella misma.
-¿Qué pensáis hacer?-Rachel miró a Mike y Jake que se encogieron de
hombros. Ella hizo lo mismo.
-Ni idea. Algo se nos ocurrirá.
-Buen plan, me apunto. Me gustan las improvisaciones-sonreí. Rachel me devolvió la sonrisa mientras se apartaba el rubio flequillo de los ojos.
-Habrá que comer primero-dijo Mike frotándose el estómago. La verdad es que yo también tenía hambre.
Todos le dimos la razón. Fuimos a comer a un Mcdonalds. Yo pedí una ensalada césar y Rachel una mediterránea. Mike un Mcpollo al igual que Jake. Todos bebimos Coca-cola. La ensalada me supo genial porque estaba hambrienta y supe que lo mismo le sucedió a Mike. Al terminar de comer, pagamos y nos marchamos a pensar que hacer. Decidimos ir a Brooklyn. Cogimos el metro y, otra vez, me senté junto a Mike. Me sentí un poco agobiada aunque no había razón alguna. Rachel me miraba de una forma extraña, como evaluándome. Miraba atentamente todos mis movimientos. Mi móvil comenzó a sonar en el interior de mi bolso. Lo saqué y contesté. Hablé durante unos minutos con mi madre. Le conté que estaba con una amiga, su hermano y otro amigo de ellos y que íbamos camino de Brooklyn. Me advirtió que tuviera cuidado y que la llamara por la noche.
Llegamos a la estación. La gente bajó a empujones. Nosotros esperamos ya que no teníamos prisa. Subimos las escaleras mientras yo no dejaba de mirar a ambos lados. Brooklyn. Esa ciudad de la que tanto había oído hablar y que había visto en tantas películas. Mike me dijo que iríamos a visitar el Brooklyn Heights Promenade, ese paseo tan conocido y tan hermoso. Atenta a las explicaciones de mis ``guías´´ disfruté muchísimo. Me sentí afortunada al tener amigos tan fantásticos como ellos. Fuimos a algún otro lugar emblemático pero, sin duda, mi lugar favorito de Brooklyn sería ese. Me acordé de un libro que se desarrollaba en Brooklyn. Beastly de Alex Flynn. Era un libro muy, muy romántico y muy ameno de leer. Pensando en el libro seguí paseando con mis amigos. Al cabo de un rato fuimos a un Starbucks y compramos unos cafés para llevar y en una pastelería unos bollos de chocolate. Rachel y Jake empezaron a tontear y Mike y yo nos quedamos atrás donde él me confesó que sabía que Jake y Rachel habían empezado a salir juntos. Me encogí de hombros y no comenté que ya lo sabía porque pensé que podría enfadarse. Sonreí mirándolos. Parecían muy felices juntos y hacían muy buena pareja. Mike buscó mi mano y yo dejé que la cogiese. Me sentía a gusto, protegida. El hormigueó se intensificaba por momentos. Pero era un cosquilleo agradable. Empezaba a tener dudas sobre mis sentimientos hacia Mike. Rachel y Jake nos sobresaltaron volviéndose hacia nosotros que estamos desprevenidos pero nos soltamos la mano velozmente pero a Rachel ese gesto no le pasó desapercibido.

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Capítulo 23

La mañana siguiente fue lluviosa. Odiaba la lluvia pero intenté que eso no me deprimiera. No volvería a pensar en Diego. Él no era para mí y, tampoco, era como yo pensaba. Me tenía muy engañada. Pensé un buen plan para por la tarde pero solo se me ocurrió ver una película, así que, decidí preguntarle a Mike en el trabajo. Los días lluviosos nunca fueron los días de mi mayor grado de imaginación.
Busqué un paraguas en la maleta. Pensé que se me había olvidado, pero ahí estaba, en el fondo, por supuesto. Nunca me había alegrado tanto de ver un paraguas. Sonreí aunque nadie me viera aunque eso no era lo importante. Miré por la ventana antes de salir. Las calles estaban llenas de manchas circulares de color. Había cientos, tal vez miles. Pensé en ellos como una plaga pero eran simples paraguas. Llamé al ascensor y me metí dentro. A medio camino el ascensor se paró. Me asusté pensando que en las pelis de miedo siempre suceden cosas así pero me decepcioné un poco al comprobar que solo era una vecina que llevaba dos niños pequeños. El mayor tendría siete años y el pequeño cinco. La madre los regañó por armar tanto jaleo pero ellos no le hicieron caso. Sonreí a los pequeños y dirigí una mirada de compasión a la madre. Salí del ascensor y me dirigí a la heladería.
Cuando llegué, Mike no estaba. Me decepcioné un poco pero entré. El dueño, que era el encargado de abrir por las mañanas, me dijo que Mike vendría más tarde y me preguntó si me las apañaría sola en el local. Asentí y él se marchó.
Llevaba unas dos horas cuando Mike apareció. Parecía que a él no le deprimía la lluvia y me pregunté si habría algo que borrase la sonrisa de su rostro. Me saludó y fue a por su camiseta. Cuando volvió, empecé a hablar:
-Oye, Mike-me miró, interrogante- ¿Qué se puede hacer en Nueva York los días de lluvia?-se me quedó mirando, extrañado.
-Depende de si te gusta mojarte o no-dijo sonriendo, divertido.
-Mejor algo que no conlleve mojarse.
-Pues o visitas museos y eso o vas al cine, o a tomar algo, o de compras. Hay muchas cosas para hacer.
-Humm… Es que necesito un plan para hoy.
-¿Vas a ir a algún museo?
-No tengo muchas ganas. ¿Qué pelis hay en el cine?
-Hay una que dicen que está bastante bien, una comedia romántica. Yo quiero ir a verla-¿eso era una indirecta? ¿Por qué no me decía directamente si íbamos a verla juntos? ¡Qué raro!
-Si quieres la vemos hoy- se sonrojó un poco y me sonrió, radiante.
-Perfecto. ¿A qué hora?
-No sé a que horas son las sesiones…
-¡Ay, claro! ¿La primera de la tarde?-lo miré interrogativamente- A las cuatro y media te recojo en tu casa.
Acepté y seguimos hablando y trabajando. Lo bueno de la heladería Mc Gregor era que como no había demasiado ajetreo tenías tiempo para hablar. Pensé en cuando Mike estaba solo en la heladería y lo compadecí. Debía de sentirse muy solo.
A la salida del trabajo no llovía. Eso me alegro un poco. Podría librarme del paraguas durante un tiempo. Caminé velozmente hasta mi casa donde cociné y comí. Como me sobraba tiempo me senté en el suelo, al lado de la ventana del salón a mirar la lluvia. Las gotas se deslizaban sigilosas por el cristal de mi ventana, huidizas.
A las cuatro y media en punto Mike llamó a mi timbre. Hasta ese momento no me di cuenta pero había estado mirando el reloj todo el tiempo, esperando su llegada. Bajé en el ascensor hasta el portal, donde Mike me esperaba, en el repecho para no mojarse. Nos dirigimos andando hasta Times Square.
-Estuve mirando la cartelera y todavía sigue la nueva de Harry Potter, ¿prefieres ver esa? Si no la viste, claro-solté una grito ahogado.
-¡Vamos a verla! Me encanta y no la he visto en español.
-¿Eres fan de Harry Potter?-me miró, escéptico.
-¡Oh, vamos! ¿Tú no?-lo miré como si estuviera loco.
-Ni me va ni me viene-dijo Mike, encogiéndose de hombros.
-A mí me encanta. Lo adoro. Leí los libros y vi todas las películas.
Hablamos todo el camino. Yo defendiendo a Harry y el diciendo que no entendía las películas, que cada vez eran más complejas y yo bromeé con él diciéndole que eso es que no era muy listo. Reímos y disfrutamos del trayecto. Me di cuenta de que cada vez disfrutaba y necesitaba más su compañía.
Entramos al cine. Era grande y yo me habría perdido si no llega a acompañarme Mike. Compramos las entradas y fuimos a comprar palomitas. Cogimos un paquete enorme de palomitas para compartir. Entramos en el cine, buscamos nuestros asientos y nos sentamos. Mientras veíamos los anuncios una duda surgió en mi mente.
-Ey, Mike-me miró extrañado por el tono de preocupación que mostraba mi voz.
-¿Qué?
-¿Entenderé algo?
-¿No eras tú la experta en Harry Potter?-sonrió y me pareció que su sonrisa brilló en la oscuridad reinante.
-Me refiero al idioma.
-¿Tú me entiendes?-lo miré pensando en la tontería que acababa de decir.
-Estoy hablando contigo, así que te entiendo.
-Pues entonces entenderás pero tienes que estar atenta porque hablan bastante rápido.
Nos callamos porque empezó la peli. Más o menos iba entendiendo. Sonreí cuando mi mano tropezó con la de Mike en busca de palomitas.
-Mira lo que ha dicho-susurré, casi al oído de Mike.
-Veo que lo entiendes-dijo.
Ambos nos callamos para escuchar lo que Lord Voldemort estaba diciendo.
A mitad de película, Mike me agarró la mano. Me sentí extraña, como si una pequeña descarga eléctrica recorriera mi cuerpo pero no retiré la mano.
Al acabar la película no conseguí evitar que una lágrima escapara de mis ojos. Me acordé de la gota del cristal, huidiza, fugaz. Nos levantamos de nuestros asientos y seguimos a la muchedumbre hacia la salida.
-¿Te gustó?
-Me encantó.
Mike atrapó con el dedo la lágrima que había escapado de mis ojos y la miró en silencio, reflexionando.
-Mi hermana también lloró con la película-comentó Mike.
Sonreí pensando en Rachel. Era tan impulsiva. En el fondo, me parezco a ella. ¿Si no que estoy haciendo en Manhattan, a miles de kilómetros de mi hogar?

Salimos en silencio del cine y fuimos a tomar algo. En la calle llovía ferozmente y para cuando entramos en un café ya estábamos empapados.
Yo pedí un café con leche y Mike, un descafeinado. Bebimos en silencio, mirando por la ventana la lluvia. Cuando la lluvia amainó nos dirigimos a mi casa. Le pregunté a Mike si quería subir a secarse pero se negó y se marchó a su casa.
En casa no paré de pensar en ese sentimiento que había surgido cuando Mike me agarró la mano en el cine.

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Capítulo 22

El viaje en metro no duró mucho y enseguida nos bajamos en la estación más cercana a Long Island. Subimos las escaleras veloces, intentando librarnos del calor del subsuelo pero, cuando por fin ascendimos a la superficie nos golpeó un soplo de aire caliente que casi me deja sin respiración. Nueva York, a esa hora era como un horno. Caminamos por las calles, Mike y yo delante y Jake y Rachel cerrando la marcha. Le pregunté a Mike cuanto camino había hasta la playa y él me dijo que una media hora o así. Me moría de ganas de ver el mar. El mar de Nueva York que en verdad era el mismo que veía desde Barcelona. Seguimos caminando en silencio hasta que atisbé a lo lejos la playa. Era enorme, de arena blanca y mar azul claro. Me detuve unos instantes a observar el paisaje. Era muy bonito, hermoso. Aceleré para alcanzar a Rachel, Jake y Mike que ya iban unos pasos por delante de mí.
-¿Te gusta la playa?-Mike rompió el silencio.
-Sí, es preciosa. Echaba de menos el mar-dije. Comencé a explicarme-En Barcelona iba muchas veces al paseo marítimo a ver el mar. Me gustaba.
Mike sonrió, pensativo. Rachel y Jake comentaron algo en voz demasiado baja como para que escuchara algo y comenzaron a reírse. Parecían disfrutar de su mutua compañía. Me giré y ambos volvieron a estallar en carcajadas. ¡Quién sabía de que se reirían!
-Ey, chicos-Rachel y Jake pararon unos instantes de reírse y lo miraron-¿Podéis dejar de hacer el imbécil? ¡Parece que acabáis de salir de un manicomio y como sigáis así os van a meter en uno de verdad!-volvieron a estallar en estruendosas carcajadas-Recuérdame que la próxima vez vengamos solos-dijo dirigiéndose a mí.
-Tranquilo, lo haré-continuamos bromeando un rato más hasta que llegamos a la playa y tuvimos que buscar un sitio cómodo en la cálida arena.
Nada más llegar me descalcé dejando que mis pies pisaran la cálida y suave arena. Caminamos por la playa hasta que encontramos una zona en la que no había demasiada gente. Nos quitamos la ropa y extendimos las toallas. Rachel y yo nos echamos crema solar y nos tumbamos a disfrutar de los cálidos rayos del sol. Mike y Jake fueron a jugar al voleyball con la pelota que Mike llevaba en la mochila. Nos preguntaron si queríamos ir pero ambas nos negamos.
-Jake es muy amable ¿verdad?
-Sí, me cae bien-contesté.
-Yo creo que… Umm no sé como decirlo-se echó a reír.
-¿Qué crees?-lo dije suspicaz, no tenía ni idea de lo que pudiera estar pensando.
-Creo que me gusta-lo soltó de golpe, después de mirar que ni Mike ni Jake anduvieran por allí.
-¿Jake?-no esperaba que me dijera eso.
-Sí, ¿te parece raro que me guste?-noté que se estaba divirtiendo con nuestra conversación.
-No, pero… Es raro.
-¿Raro? Jake es muy divertido.-sonrió.
-¡Cómo se entere Mike...! Te va a echar una buena bronca-solo entonces reparó en la posibilidad de que su hermano mayor se enterara.
-No le dirás nada ¿verdad?
-No, tranquila-le sonreí y ella se relajó.
Permanecimos calladas hasta que Mike y Jake volvieron y se tumbaron un rato en las toallas. Le pregunté si querían ir a dar un paseo pero Rachel se me adelantó y dijo que iríamos nosotras dos solas. Asentí y nos marchamos. Caminamos por la orilla dejando que la fría agua salada acariciase nuestros pies descalzos.
-Oye, ¿a ti te gusta mi hermano?-se paró para mirarme.
-Claro, es un gran amigo y lo paso genial con él…
-Pero ¿sientes algo más por él?-me interrumpió y me paré a pensar. ¿Sentía algo por Mike? No, eso era imposible.¿O no? Era mi amigo. No supe que contestar.
-No lo sé… Creo… que… solo es mi amigo ¿por?
-Es que me pareció que antes lo mirabas de una forma… Ummm...… peculiar-me sonrió pero me había dejado pensativa.
Caminamos en silencio, disfrutando del agua marina. Cuando nos cansamos volvimos hacia las toallas a preguntarles a los chicos si les apetecía bañarse. Ellos dijeron que sí y acercamos las cosas a la orilla para tenerlas vigiladas. Me metí poco a poco en el agua aunque, Rachel me salpicó toda. Di unas brazadas mar adentro combinando nadar en la superficie y nadar bajo ella. Mike había traído el balón y nos pusimos a jugar al voleyball. No era demasiado mala en el deporte pero tampoco se me daba genial. Jugamos una partida de chicas contra chicos. Ganaron ellos pero por pocos puntos. Permanecimos bastante tiempo en el agua. Nos dispusimos a jugar la revancha. La pelota cayó lejos y me ofrecí para ir a buscarla. Estaba cerca de una pareja. Desde lejos no puede saber como eran pero, a medida que me fui acercando los distinguí mejor. La pelota flotaba a su lado sin que ellos demostraran intención de lanzármela. De cerca, los distinguí mejor. Ella, rubia, alta, guapa. Él, moreno, guapo, Diego. ¡No, otra vez no! Barajé la posibilidad de dar media vuelta y volver sin la pelota pero los demás me estarían mirando en esos instantes. Cogí aire y me acerqué a ellos. Diego se dio cuenta de mi presencia y se quedó pettrificado.
-¿Me la pasas por favor?-me miró como si no entendiera pero cogió la pelota entre sus manos.
-Hola, se suele saludar-estaba tenso.
-Hola ¿me la das ya?-me estaba mostrando arisca.
-No, quiero hablar contigo-me miró a los ojos, fijamente.
-Pues yo no quiero hablar contigo-aparté la mirada.
-Entonces me escuchas-estaba muy decidido.
-Mira, Diego, déjame en paz-quería echarme a llorar de impotencia- Dame la pelota, me voy y ambos hacemos como si no nos conociéramos ¿ok?
-No, te conozco. Eres mi amiga…
-Era tu amiga-lo interrumpí- Por favor no me estropees el día.
-¿Eso es lo que estoy haciendo, estropearte el día?
No contesté, solamente agaché la cabeza evitando su mirada. Rachel, Jake y Mike se acercaron.
-¿Alana?-era la voz de Jake.
-¡Jake! ¡Cuánto tiempo!-se abrazaron.
Mike, Rachel, Diego y yo estábamos flipando.
-¿Os conocéis?-Diego estaba hablando con su novia.
-Sí, él es mi primo-señaló a Jake.
Me quedé de piedra. Mike se acercó y le quitó el balón de las manos a Diego. Diego no supo que hacer y, simplemente, no dijo nada. Jake y Alana empezaron a hablar y los demás dejamos de prestarles atención.
-Bueno, ¿vas a hablar conmigo?-Diego siguió insistiendo.
-¡Tantos millones en esta ciudad y siempre acabo encontrándome contigo!-gemí.
-Abril, no seas así…-puso cara de ``soy bueno y nunca he roto un plato en mi vida´´ pero ambos sabíamos que no era así.
-¿Qué no sea como? ¿Qué cambie para caerte bien? No pienso cambiar por ti ni por nadie.
-No te estoy pidiendo que cambies, quiero que todo vuelva a ser como antes.
-Diego, tienes que entender que nada volverá a ser como antes-en ese momento acudió a mi mente la canción de El canto del loco. Suspiré.
Mike y Rachel debían de estar alucinando. Entre Alana y Jake y Diego y yo… ¡Vaya espectáculo debíamos de estar montando!
-Pero… no es todo como tú piensas…
-Bah, déjame en paz- me di media vuelta dispuesta a alejarme pero su mano me retuvo-¡Suéltame!
Mike se iba a meter pero Rachel lo detuvo, le susurró algo al oído y, él, aceptó de mala gana.
-Tenemos que hablar.
-No, todo quedó solucionado en aquella cafetería.
-¿Quieres escucharme de una vez?-callé a regañadientes-Quiero cambiar, lo estoy intentando.
-¡Oh, vamos Diego! ¡Qué típico! ¿En que película lo viste?-me reí.
-Mira, lo estoy intentando de verdad pero tú haz lo que quieras. Tú te lo pierdes-mostró intención de soltarme pero me sujetó unos segundos más-Pero si te arrepientes, ya sabes como y donde encontrarme.
Asentí y me marché. Estaba confusa, Mike me gritó que esperara pero no le hice caso y Rachel vino detrás de mí.
-¿Estás bien?
Asentí aunque no estaba para nada bien. Estaba tan confusa otra vez. ¿Qué quería decir con eso de que intentaba cambiar?
-Vamos hacia la toalla-Rachel me guió en la dirección de nuestras cosas abandonadas. Cogimos las toallas y nos tumbamos.
-¿Abril?
-¿Si?-permanecí con los ojos cerrados.
-¿Puedes contarme lo que ha pasado?
Tomé aire antes de comenzar con mi relato. Se lo expliqué todo. ¿Si Mike lo sabía porque ella no? Ya daba todo igual. No me interrumpió. No le conté lo de que Diego estaba con Alana para conseguir la beca de la Universidad pero le dije todo lo demás. Me compadeció y dijo que estaba ahí para cuando lo necesitara.
Mike y Jake volvieron al cabo de un rato. Se tumbaron en sus toallas y no abrieron la boca. Luego, decidieron ir a bañarse pero yo les dije que me quedaba en la toalla. Rachel insistió en que fuera y que acabásemos el partido de voleyball pero me negué rotundamente. No pasó mucho tiempo hasta que volvieron y decidimos marcharnos de nuevo a Manhattan. Caminamos hasta la estación. No sé muy bien de que hablamos porque yo estaba ausente. En el metro me senté al lado de Mike que comenzó a hablarme:
-No estés así por ese. Siempre que lo ves acabas así-me señaló de arriba abajo.
-¿Mojada?-interrogué. Me obligo a sonreírle.
-Sabes a lo que me refiero-lo dijo en tono de reproche pero parecía algo más alegre al ver que sonreía.
En media hora estuvimos de nuevo en la estación de metro de Manhattan donde nos despedimos de Jake. Mike y Rachel me acompañaron a mi casa donde nos despedimos.
¡Uff! Qué día más largo. Nada más entrar en casa me metí en la ducha pensando que Diego podía hacer lo que quisiera. A mí ya no me importaba nada. O casi nada.

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