Archive for septiembre 2011

Capítulo 6

Diego. Mi respiración se aceleró. ¿Qué querría? ¿Por qué Abril me ocultaba la identidad del llamante? Apagó el teléfono y me dirigió una trémula sonrisa. No se la devolví. Giró la cabeza rápidamente. Me apretó la mano con fuerza. Se la apreté, preocupada.
-¿Te pasa algo?-preguntó, mostrando una expresión que me pareció repleta de tristeza.
-No, nada-le sonreí aunque supe que esa falsa alegría no llegó a mis ojos.
Abril comenzó a hablar y yo le seguí el rollo aunque no me enteré de absolutamente nada. Intenté parecer normal pero lo que me preocupaba no era la llamada. Era porque me lo había ocultado. ¿Todavía sentía algo por Diego? Ella siempre decía que me quería pero Diego estuvo en su vida muchos años, ¿sería capaz de olvidarlo algún día? No, no lo había olvidado. Aparte, hay que reconocer que Diego era un tío guapísimo, de esos por los que cualquier chica suspiraría. Podría haberse dedicado a actor. Todavía me sorprende que él no la quisiera como novia. No sé como no tuvieron una relación más trascendental que la amistad. Bueno, sé lo que Abril me contó pero no entiendo a ese chico. Me enfadó muchísimo que rechazara de tal manera a una chica tan maravillosa por la que yo suspiraba desde el momento en que la vi. La voz de Abril susurrando en mi oído me sacó de ese trance en el que me había sumido.
-¿Qué te pasa? Estás muy raro-lo dijo muy dulce, antes de darme un beso en la mejilla y revolverme el pelo.
-Nada. Solo pensaba-me encogí de hombros, intentando disimular, cosa que nunca se me dio bien o, al menos, eso afirmaba siempre Rachel.
-¿Y qué pensabas?-esa pregunta, llena de ingenuidad hizo que me sonrojara y me quedara sin palabras.
¿Qué le decía? No podía decirle lo que había visto. No quería perderla pero tampoco podía vivir en el engaño.
-En conocer a tus padres-contesté rápidamente.
-Pensé que ese tema quedara zanjado antes-hizo un mohín de disgusto.
-Es que quiero causarles buena impresión-otro tema preocupante.
-Seguro que lo harás-me besó, intentando tranquilizarme.
-Bueno, ya veremos. ¿Vamos a comer?-desvié la atención.
-Como quieras.
-¿Qué te apetece?-le pregunté.
-Me da igual, ¿A ti?-se encogió de hombros.
-Lo mismo. ¿Vamos a mi casa?
Asintió con la cabeza.
-Suerte que tú cocinas bien que si la comida la hago yo solo ya podemos morirnos de hambre-bromeé.
-Entonces, ¿me toca cocinar?-arqueó las cejas.
-No, tú serás la cocinera y yo te ayudaré en la medida de mis posibilidades.
Se echó a reír y sacudió la cabeza de manera que su pelo me golpeó. Se lo acaricié con cariño. Suspiré. No le comentaría nada de que viera que quien la había llamado era Diego en vez de una amiga. Me callaría y olvidaría el tema. Bueno, intentaría olvidar.
Mientras caminábamos Abril pasó su brazo alrededor de mi cintura y me abrazó con fuerza. La abracé con más fuerza. Ya casi habíamos llegado. Me separé de Abril para rebuscar en los bolsillos hasta encontrar mis llaves. Abrí la puerta y ambos subimos. En el rellano saqué las llaves y abrí la puerta. Nos acercamos a la pequeña cocina donde me derrumbé en una de las sillas. Abril me siguió.
-¿Qué tienes para cocinar?
Me encogí de hombros.
-Mira a ver que encuentras. No tengo ni idea-reí.
-Eres un desastre-se quejó.
-Lo sé-suspiré mientras ella examinaba la nevera y las alacenas-¿Se puede hacer algo comestible?
-Algo improvisaremos-dijo rebuscando en las estanterías-¿Te gustan los filetes empanados con arroz?-se giró a mirarme.
-Si.
-Pues ya tenemos menú-dijo cogiendo todos los ingredientes.
-¿En qué te ayudo?-me acerqué a ella y la abracé por la espalda a la vez que la besaba.
Me devolvió el beso. Cuando nos separamos ella sonreía con ganas y me miraba fijamente respirando acaloradamente.
-¿Qué hago?-volví a preguntar.
-Ah, pues corta los ajos-dijo separándose de mí.
Cogí el cuchillo, la tabla y lo ajos. Empecé a cortar y por poco me rebanó un dedo.
-¡Mierda!-exclamé.
Abril se giró y se acercó a mí.
-¿Qué te ha pasado?
-Por poco me rebano un dedo-lo examiné con más calma y vi que me había cortado. Cogí una servilleta y envolví el dedo con ella.
-¿No ayudabas a tu madre en la cocina?-mi sonrojo fue suficiente respuesta-Anda, déjalo, vete a lavar el dedo que ya termino yo-dijo riéndose.
-¿Te hace gracia que casi me quedé sin dedo?-dramaticé.
-No, por supuesto. Lo que me hace gracia va a ser cuando se lo cuente a Rachel.
-¡No!-la amenacé con un dedo envuelto en el papel lleno de sangre-No se lo puedes decir entonces no me dejará en paz durante toda mi vida-me lamenté.
-Mira que bien ya tengo algo con lo que chantajearte-se rió y sacó el móvil del bolso que había dejado en la silla.
-No te atreverás…-dije con aire amenazador.
-¡Qué no me atreveré dice!-exclamó y comenzó a teclear.
-Para ahora mismo-le advertí dando un paso en su dirección.
Giró el móvil para que pudiera ver lo que decía.
Rachel, llamar.
Di otro paso y ella retrocedió todo lo que pudo hasta que chocó con la alacena y quedó acorralada.
-Un paso más y llamo-exclamó como si tuviera una pistola. Sus ojos castaños reflejaban diversión-Manos arriba.
Elevé las manos y exclamé:
-¡Esto es un atraco!
Puso los ojos en blanco y pulsó la tecla de llamada. Me abalancé sobre ella en un intento por detenerla. Ella se lo esperaba y empezó a corretear por toda la habitación con el teléfono en la oreja.
-¡Cancela ahora la llamada!-le grité.
-¡No!-respondió.
Rachel contestó y Abril se apresuró a hablar.
-¡Hola, Rachel! ¿Sabes qué Mike…?
-¡Para!-la interrumpí agarrándola y forcejeando para quitarle el teléfono.
-¡No!
La voz de Rachel nos llegó desde el otro lado:
-¿Qué narices estáis haciendo?
Ambos nos echamos a reír. Le hice cosquillas para que soltara el móvil. Pasaron unos segundos hasta que Rachel volvió a hablar.
-No os ofendáis pero se os va la olla. Chao, cuando la recuperéis me llamáis-antes de que colgara escuchamos-Jake que están tarados.
Nos echamos a reír de nuevo y Abril cortó la llamada.
-¡Malo!-se quejó-Al final no se lo pude decir-se enfadó.
-Me alegro.
-Además ahora Rachel piensa que estamos locos-rió.
-Creo que ya lo intuía-bromeé.
-¿Seguimos con la comida que tengo hambre?-dijo antes de encender la cocina.
Cocinó todo sin mi ayuda que fui a lavarme el dedo. Cuando volví la encontré con la comida casi terminada mirando el móvil con una mezcla de enfado y exasperación.
-¿Qué pasa?-le pregunté a la vez que me acercaba.
-Nada-sacudió la cabeza y guardo el móvil con enfado.
Pensé en Diego y sentí como me enfurecía.
-¿Está lista la comida?-dije intentando relajarme.
-Sí-dijo comprobando la pota del arroz.
Serví la comida y en cuanto terminamos fregué mientras Abril se marchaba.

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Capítulo 5

Permanecimos un rato sentados hasta que nos obligamos a marcharnos, se empezaba a hacer bastante tarde. Con las manos entrelazadas caminamos por las calles de Barcelona. El sol nos iluminaba, prometiéndonos que estaríamos siempre juntos y él sería nuestro protector. Abril suspiró y apoyó la cabeza en mi hombro. Le di un beso en la cabeza.
-Mike-dijo.
-¿Qué?-pregunté sin demasiado interés.
-Es que mis padres saben que tengo novio y quieren que se los presente-me paralicé y la miré con la incredulidad reflejada en mis ojos.
-¿¿Qué??-exclamé casi gritando. ¿Conocer a sus padres?
-No te asustes, hombre, si son muy majos-rió y tiró de mí para que continuara caminando.
-¡Contigo porque eres su hija! Pero, yo soy su novio y me van a matar-dramaticé.
-Tú vales para actor de drama-rió-Venga, si no no me dejarán tranquilos-exclamó adivinando mi respuesta.
-¡Es un no rotundo!-exclamé.
-Venga-dijo con voz melosa y poniendo ojitos, imitando a Rachel. La verdad es que lo hacía mucho mejor que ella o a mí me era imposible resistirme. Hice lo posible por no ceder y dirigí la mirada a algún lugar indefinido.
-No, lo siento pero no quiero morir-bromeé.
Me golpeó el brazo y siguió insistiendo.
-Venga, que estoy yo para protegerte-añadió.
-Bueno, si estás tú me quedo más tranquilo-comencé a ceder.
-Eso, eso que yo te protejo, vengaaa-continuó.
-Está bien ¿cuándo iríamos? Lo digo para ir preparando el testamento-reí.
-Pues supongo que en un par de días, primero tendría que hablar con mis padres. Me alegro de que aceptaras, no era justo-puso morritos.
-¿El qué?-pregunté sin saber a que se refería.
-Yo conocí a tus padres en Manhattan y ahora a ti te toca conocer a los míos-exclamó, resuelta.
Gruñí pero no repliqué. Estaba nervioso.
-¿Te apetece comer hoy con ellos? Creo que no tenían nada que hacer y si les llamo tal vez…
-¡No!-la interrumpí-Déjame un par de días para preparar un discurso.
-No seas tonto anda, cuando antes pase mejor-rió.
-Bueno, hagámoslo así-dije.
Su móvil empezó a sonar. Lo sacó y se quedó mirando la pantalla, repentinamente seria.
-¿Quién es?-dije mirando por encima de su hombro.
Tapó el móvil mientras rechazaba la llamada.
-Nadie, una amiga-contestó, sonrojándose.
Volví a mirar porque me pareció que mentía. No era ninguna amiga. El nombre que brillaba en la pantalla era el de un chico.

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Capítulo 4

Me desperté atontado. ¿Dónde estaba? ¿Qué hacía en esa habitación que no me resultaba familiar? Miré a ambos lados para ubicarme. Estaba en Barcelona. Miré el reloj. ¡Las nueve y cuarto! En un cuarto de hora tenía que estar en casa de Abril. Me levanté de un salto y corrí hacia la ducha. El agua salió congelada pero no me detuve a regularla. La ducha se alargó cinco escasos minutos y cuando salí tiritaba. Cogí la ropa que, por suerte, no estaba arrugada y me vestí. Sequé un poco mi pelo con una toalla, comí rápido mientras me calzaba, cogía el móvil, las llaves y cerraba la puerta después de comprobar velozmente que todas las luces estuvieran apagadas. Corrí hacia la casa de Abril. A medio camino aminoré el ritmo para comprobar la hora. Nueve y veinticinco. Me daba tiempo a calmar mi respiración caminando el trecho que quedaba. Miré el móvil. El despertador estaba activado pero yo no lo escuchara sonar. Pensé. Me diera la impresión de oír una música pero no podía confirmarlo. ¿Ese era el portal de Abril? Esperaba no equivocarme. Mientras rezaba que no me fallara la memoria llamé al timbre. La voz de Abril se escuchó a través del interfono.
-¡Hola, Mike! Ya bajo-mi respiración se aceleró.
Quería verla. La espera se me hizo eterna aunque solo fueron un par de minutos.
Iba vestida muy veraniega aunque este terminara hacía algo más de un mes. Una falda larga, de color azul turquesa combinada con una camiseta de manga corta, blanca, un bolso del mismo color que la falda y unas sandalias romanas negras. El conjunto lo terminaba un collar de un corazón azul, de cristal y unos pendientes largos, a juego. Llevaba la melena suelta, algo húmeda cayéndole encima del rostro por culpa de sus pasos hacia mí. Una sonrisa se extendió por mi rostro, acorde con la de ella. Sentí unas irrefrenables ganas de besarla, de decirle que la quería pero cuando llegó a mi lado me quedé quieto, parado como si aquella agua helada hubiera congelado mi mente y mis miembros no obedecieran los impulsos que mi cerebro les enviaba. Llegó a mi lado, abrió la puerta y se detuvo junto a mí, agachando la cabeza.
-Hola-me alborotó el cabello mojado en un cariñoso gesto.
-Hola. Estás… preciosa-me acerqué, la agarré por la cintura y acerqué nuestros cuerpos a la vez que inclinaba la cabeza y la besaba en los labios con calma, obedeciendo a los impulsos del corazón y no de la mente.
El beso terminó y ella me volvió a besar. Luego, cuando al fin nos separamos, sonrojados y sonrientes, intercambiamos una mirada y, sin palabras, abracé a Abril por la cintura y ella comenzó a caminar al lugar al que debíamos ir, que yo había olvidado por completo.
Caminamos en silencio, cuando estábamos juntos sobraban las palabras. Le acaricié el pelo.
-¿A dónde vamos?-pregunté, impresionado por que los sentimientos que sentía al estar a su lado iban en aumento.
-Recuerda que es una sorpresa-dijo ella en su empeño de mantener su sorpresa hasta el momento final.
-¿No piensas decirme nada?-insistí.
Sacudió la cabeza a ambos lados. Sonreí. Me gustaba esa faceta testaruda que mostraba a veces. Caminamos hasta llegar a la entrada de un lugar maravilloso del que viera cientos de fotos y leyera cientos de artículos. La Sagrada Familia. Me quedé en silencio mirando. Las puntas de las altas torres que intentaban rozar el cielo y sus nubes. Era precioso e imponente. Todavía no tengo palabras para describirlo. La gente que la haya visitado lo comprenderá. Abril me devolvió al mundo real con un apretón en el brazo. La miré.
-¿Te gusta?-preguntó con voz y sonrisa esperanzada.
Le sonreí y asentí, incapaz de hablar.
-Siento no ser tan buena guía como lo fuiste tú en Manhattan…- se excusó.
-Para mí eres la mejor-le interrumpí tras haber recuperado el don del habla.
-Eso lo dices porque me quieres-rió ella.
-No, te equivocas.
-¿En qué?-se extrañó.
-No te quiero, te amo-dije mirándola a los ojos. La Sagrada Familia era maravillosa pero no tanto como sus ojos.
Me besó ferozmente. Mi estómago dio un vuelco. Eso de las mariposas en el estómago era verdad. Yo sentía algo similar cada vez que me miraba, sonreía o tocaba.
-Quiero estar a tu lado, siempre-dijo con la voz entrecortada después de que nuestros labios se separaran.
-Y yo-contesté abrazándola.
Caminamos hasta un banco donde nos sentamos y mirarnos a los ojos.

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Capítulo 3

Caminé con calma. Disfrutando del trayecto de la casa de Abril a la mía en la cálida noche, ya de otoño. Respiré el aire puro, pensando en cuanto había cambiado mi vida de unos meses a esa parte. Como Abril se había convertido en la persona más importante de mi vida, la persona a la que amaba. ¿Ella me querría tanto como yo a ella? No creía que eso fuera posible. Abril decía que me quería pero ¿tanto como a Diego? Esas dudas me torturaban. Me molestaba un poco el último acto que había tenido Abril hacia Diego. Aunque ella dijera que me quería, eso tenía que significar algo. ¿O no? Dejé de pensar y continué caminando. Llegué a la puerta y rebusqué en el bolsillo del pantalón intentando encontrar las llaves. Ahí estaban, en el fondo. Las saqué y abrí la puerta. Pensé en llamar el ascensor pero decidí subir a pie. Al fin y al cabo solo era un tercero. Subí corriendo. Abrí la puerta, encendí la luz y me tiré en el sofá. Me empezaba a quedar dormido cuando recordé que debía llamar a Abril. Saqué el móvil del bolsillo y marqué su número. Al primer bip me contestaron.
-Hola, Abril-dije, alegremente intentando ocultar la nota de cansancio y tristeza de mi voz.
-¡Hola, Mike! ¿Ya estás en casa?-preguntó, también alegre.
-Sí, estaba tirado en el sofá-confesé.
-Pues vete para la cama que hoy ha sido un día largo y mañana hay que madrugar-dijo, muy comprensiva.
-Sí, será lo mejor-suspiré y cerré los ojos.
-Buenas noches, guapo.
-Humm gracias por el cumplido, preciosa-musité.
-Te dejo que si no mañana no madrugamos.
-¿Te vas a dormir ya?-pregunté haciendo un esfuerzo sobrehumano por no dormirme por completo.
-No, no tengo sueño-la verdad es que se le notaba en la voz una pizca de ¿Alegría? ¿Nerviosismo? O tal vez solo fueran imaginaciones mías, estaba medio dormido-Cuelgo ya que si no…
Cortó la comunicación y yo me quedé como estaba. Tirado en el sofá, con la ropa puesta y medio dormido. Dormité un poco hasta que me levanté, me puse el primer pijama que encontré y me metí en la cama. No conseguía dormir. Me daba la impresión de que se me olvidaba algo importante. Le di vueltas y vueltas hasta que me acordé. ¡El despertador! Pegué un brinco en la cama. Me incorporé tan rápido que volví a caerme de nuevo en la cama. Esperé unos segundos, me levanté, descalzo, para ir al salón y coger mi móvil. No encendí la luz y choqué con la esquina del sofá en todo el dedo meñique. Pegué un salto. Cogí el móvil y en la oscuridad del salón, solo iluminado por el tenue resplandor azulado que le confería un aire fantasmagórico a la habitación, programé la alarma. Me planteé la posibilidad de dormir en el sofá ya que no quería darme otro golpe en la oscuridad pero decidí ir a la cama. Deposité el móvil en la mesilla y me acosté de nuevo. Quedé dormido casi al instante.

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Capítulo 2

Pagué y salí a buscar a Abril que me esperaba fuera. Le agarré la mano y comenzamos a caminar.
-¿Los miércoles tienes clases por la mañana?-me preguntó.
Pensé un instante.
-No, ¿tú?
Agitó la cabeza, negativamente.
-Podemos quedar temprano, ir a dar una vuelta o lo que quieras-añadí.
Redujo la velocidad, pensando. Sus ojos se iluminaron y una sonrisa ilusionada se extendió por su rostro.
-¡Ya sé que haremos! Te voy a sorprender por una vez.
-¿A dónde vamos a ir?
-No te lo puedo decir-dijo fingiendo entristecerse-Por eso es una sorpresa. A las nueve y media o diez ven a mi casa.
-¿Tan temprano?-me quejé.
-Así aprovechamos la mañana, ¿o no quieres?-dijo entristeciéndose, esta vez de verdad.
-¡Qué si, mujer! Solo era una broma-le sonreí.
Se acercó y me besó. Le devolví el beso con más pasión. Quería permanecer junto a ella por siempre. Nos separamos y seguimos paseando por el paseo marítimo del que tanto me había hablado Abril. Ese lugar era mejor que Long Island. Nos sentamos en un banco arropados por la tenue luz de una farola. La abracé. Permanecimos así un rato, sin movernos, mirando el horizonte, el oscuro mar en el que se divisaban las luces de los barcos. Luciérnagas en la oscuridad.
Abril suspiró.
-¿Qué te pasa?-murmuré muy cerca de su oído.
-Esto es magnífico.
Se apoyó un poco más sobre mi pecho.
-Sí, es mejor que Nueva York-admití.
-No, no es mejor, simplemente es diferente-me corrigió.
-Si tú lo dices…-dije riendo.
-Claro, por algo soy mayor que tú-rió.
-¿Mayor? Tú naciste en abril y yo en principios de septiembre.
-Por eso, soy mayor-dijo estirándose para aparentar mayor altura.
-Está bien, eres mayor pero vuélvete a sentar-le pedí.
-¿Por? ¡Ahora no quiero sentarme!-exclamó.
-Venga, siéntate-exclamé en tono meloso.
-¡Noooo!-dijo siguiéndome el juego.
La agarré por los hombros, obligándola a tumbarse de nuevo. Ella forcejeó pero no lo consiguió. Seguimos riendo y jugando un rato más hasta que ella se cansó y se recostó sobre mi pecho, suspirando de nuevo.
-¡Cuántos suspiros hoy!
Rió pero no dijo nada. Seguimos un rato así, en completo silencio.
-¿Qué piensa?-preguntó.
-En nada.
-¡Mentiroso! Es científicamente imposible no pensar en nada-exclamó.
-¿Eso te lo enseñaron en Periodismo?-reí.
-No, lo vi en la Wikipedia-dijo muy seria.
Estallé en carcajadas.
-No sabía que eras aficionada a leer los artículos de la Wikipedia-conseguí decir cuando las carcajadas cesaron.
-Hay muchas cosas que no sabes-dijo guiñando un ojo en la oscuridad de la noche.
-Pero las sabré no te preocupes-imité una risa de malo de película.
-No se te da bien el papel de malo-dijo Abril sacudiendo la cabeza.
-Entonces ¿cuál se me da bien?-pregunté.
-El de chico bueno, divertido, guapo y romántico-dijo sin dudar un instante.
-Gracias por el cumplido.
-Deberíamos irnos. Son las diez, aún no cenamos y mañana hay que madrugar-dijo Abril pero no se levantó.
-Está bien-la aparté de mi pecho, me levanté y agarrándola de las manos, la levanté.
Juntos, sujetándonos la mano, nos alejamos del paseo marítimo.
-¿Cenamos en mi casa?-preguntó Abril.
-Como quieras-dije encogiéndome de hombros.
-Pues vamos-comenzamos a andar a paso rápido, casi corriendo.
Abril me frenó, riendo.
-¡Qué te pasas de portal!
Me sonrojé.
-Tranquilo, que solo llevas dos semanas aquí-dijo.
Una canción empezó a sonar. All this thing I hate de Bullet for my Valentine . O, lo que es lo mismo, mi móvil. Contesté sin mirar.
-¿Si?
-¡Hola, Mike!-la voz de Rachel me llegó desde Manhattan.
-Hola. ¿Qué tal?-Abril abrió la puerta, ambos entramos y subimos al ascensor.
-Bien, echando de menos al mejor hermano del mundo-dijo con voz lastimosa.
-Yo también te echo de menos-Abril me precedió entrando en su casa y me indicó que me sentara en el sofá mientras ella preparaba la cena.
La obedecí y seguí hablando con mi hermana.
-¿Qué tal en la Universidad?-se interesó.
-Pues bien.
-¿Y con Abril?-dijo con ese tono de cotilleo que usaba siempre que se pasaba horas al teléfono hablando con sus amigas.
-Genial-respondí, escueto.
-¡Qué soso estás hoy!-se quejó.
-Valeeeeeeeeeee-exclamé.
-Bah, chao, ya hablaremos-dije.
-Adiós-colgué-Pesada, pesada, pesada-gemí.
-¿Rachel?-adivinó Abril.
-Acertaste-me acerqué a la cocina.
-¿Qué tal le va todo?
-Bien, supongo-dije-La próxima vez que hablemos le digo que te llame.
-Genial.
-¿Qué cocinas?-me interesé.
-Tortilla española-dijo.
-Humm… Bien-me senté en una de las silla-¿Necesitas ayuda?
-No.
Siguió cocinando en silencio.
-Hazme un favor, conecta mi mp3 a ese enchufe-seguí las instrucciones y sintonicé la música.
Pero mi vida,
Yo nunca podré olvidarte
Y solo el viento sabe,
Lo que has sufrido por amarme
Entendí la canción a medias.
-¿De qué grupo es?
-Mägo de oz-continuó cocinando.
-Me gusta-añadí.
La cena estuvo lista y Abril la sirvió.
-Espero que te guste-corté el primer trozo y ella permaneció callada, esperando mi veredicto.
-¡Está muy buena! ¿Este es un plato típico español?
-Sí.
Cenamos y me marché. Nos despedimos con un largo beso y un ``llámame cuando llegues a casa´´.

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Capítulo 1

Caminé hacia el local donde habíamos quedado. La tarde decaía. La busqué en la terraza. Estaba sentada con las piernas cruzadas. Llevaba un vestido blanco con un estampado de flores naranjas del mismo color del sol que se ocultaba tras los edificios. Su larga melena castaña estaba recogida en una coleta alta que descansaba sobre el respaldo de su silla. No me vio y me detuve a observarla. Era preciosa. Una sonrisa se extendió por mi rostro al verla. Estaba escribiendo algo en su Blackberry, tan concentrada que me provocó ternura. Reanudé el camino, esperando sorprenderla. Llevaba unas gafas de sol gigantes, demasiado grandes para ella que le daban un aspecto ligeramente aniñado. Me acerqué por detrás, sigiloso. Me incliné y le di un sonoro beso en la mejilla a la vez que susurraba en su oído:
-Hola, mi amor, que guapa vienes hoy, ¿con quién has quedado?
Se giró y me besó en los labios con cariño.
-Humm… Con un chico muy guapo- me dijo mientras guardaba su Blackberry y sus gafas de sol dejando al descubierto sus ojos oscuros.
Me senté en la silla de su lado a la vez que le agarraba la mano.
-¿Quién es ese chico? ¿No me estarás engañando?-dije fingiendo asustarme.
-¿Yo? ¿Engañarte?-dijo, indignándose-¡Qué cosas dices! Solo es un amigo-dijo guiñando uno de sus ojos castaños, siguiéndome la broma.
Ambos reímos.
Un camarero se nos acerco para anotar mi pedido. Tomé una Coca-cola.
-¿Qué tal en la Universidad?-me preguntó.
Me encogí de hombros.
-Como siempre, más o menos. ¿Y tú? ¿Ya eres Periodista?-le sonreí.
-Sí, me han contratado en Telecinco-rió.
-¿Telecinco?-pregunté. Solo llevaba dos semanas en Barcelona así que no entendía tanto el idioma como me gustaría. El camarero trajo mi pedido. Me apresuré a beber.
-Es un canal de televisión-me explicó Abril.
-Ah, vale ¿cuándo empiezas?
-¿Empezar el qué?-se extrañó ella.
-Acabas de decir que te habían contratado en Telecinco y yo te he preguntado cuando empiezas a trabajar. Y, por cierto, ¿no te enseñan en la Facultad que nunca se responde a una pregunta con otra, y ,menos una periodista?-le aclaré
-No, lo siento-se disculpó-Creo que deberías replantearte tus estudios. Serías mejor periodista que yo, de eso no hay duda.
-No creo-le acaricié el pelo.
No dijo nada, simplemente cerró los ojos. Jugueteé con su melena. Suspiré. ¡Cuánto la quería! La besé en los labios.
-Te quiero-susurré.
-¿Qué has dicho?-musitó todavía con los ojos cerrados.
-Nada-dije echándome hacia atrás.
-¿Qué dijiste que no te escuché?-dijo poniendo más interés.
-Nada-me sonrojé cuando abrió los ojos y me miró.
-Dímelo-puso voz autoritaria.
-¡Que te quiero!-exclamé. A continuación bajé la vista, avergonzado.
-Yo también-acercó su silla a la mía y me acarició el rostro con su mano derecha.
-¿Nos vamos a dar un paseo?-pregunté.
-Está bien-hizo amago de levantarse para pagar pero la volví a sentar empujándola con mi mano.
-Invito yo.

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Premios :)

Por el premio ``Ángeles que te llevan al cielo´´ debo dar las gracias a La luz de mi oscuridad ( http://laluzdemioscuridad.blogspot.com/) y Mirfandu (http://mirfandu.blogspot.com/) ¡Muchísimas gracias, chicas!



Las reglas son:
1.-Anunciar el premio en una entrada junto con la foto.
2.-Otorgar el premio a 10 blogs (sin importar si ya lo han recibido anteriormente)
3.-Poner en la entrada los blogs premiandos y anunciárselo a éstos.
4.-Avisar a los premiados.
5.Responder a la pregunta: ¿Sacrifícarías el cielo por una persona importante para ti?

Mis blogs premiados son:
-Olvídate  de mí:  http://www.olvidatedemi-lu10.blogspot.com/
-Besos prohibidos:  http://besosprohibidos-carla329.blogspot.com/
-La vida te sorprende:  http://lahistorialavidatesorprende.blogspot.com/
-Beauty from the inside: http://beautyfromtheinsideellibro.blogspot.com/
-A la vuelta  de la esquina:  http://escritorablue.blogspot.com/
-Siempre juntos:  http://sjuntos.blogspot.com/
-Las  vueltas del amor:  http://lasvueltasdelamor5.blogspot.com/
-Luz de luna:  http://luzdeluna6.blogspot.com/
-Si el mundo dice  negro  tú di blanco:  http://sielmundodicenegro.blogspot.com/
-La bendición: http://mirfandu.blogspot.com/

Si. Sin dudarlo :)
¡Felicidades chicas!



Este premio se lo debo a Paula Jilly Jones!  ( http://amoradosbandas-rebeca.blogspot.com/ ) ¡Muchas gracias!

-Se lo otorgo a tres blogs:
-La leyenda:  http://laleyendadelguerrero.blogspot.com/
- Su propia historia:  http://jimenadelaalmena.blogspot.com/
-Cristales de vida:  http://cdvhistory.blogspot.com/

Y por último este premio me lo concendió Claudia ( http://lagrimasporti-claudy.blogspot.com/ )
Se lo daré a dos blogs:
-Desde el principio:  http://desdeelprincipio5.blogspot.com/
-Castillos de arena, aviones de cristal http://definemesintii.blogspot.com/


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Epílogo

La Universidad había comenzado y Mike todavía no me había llamado para quedar. Las últimas veces que hablamos por teléfono había estado extraño, distante y frío. Como si ya no sintiera lo que me demostraba antes. Empecé a preocuparme. ¿Por qué no llamaba? ¡Me iba a volver loca! Si no llamaba pronto… ¿Qué haría? No lo sabía pero si por un falso amor había viajado medio mundo sería capaz de todo por Mike, que era el hombre de mi vida. Estaba sentada en la hierba de enfrente de la Facultad, intentado decidir que decisión tomar. Lo llamé pero no me contestó nadie. ¿Significaba eso que había dejado de quererme? No quise pensar en esa posibilidad. Mike no tenía aspecto de rompecorazones pero el mío estaba a punto de romperse por él. Decidí llamar a Rachel. No pensé que hora sería allí ni nada más. Mi mente estaba plenamente ocupada por el recuerdo de Mike. ¿Recuerdo? ¡No! Eso sonaba a pasado y Mike era mi presente y mi futuro. Llamé y la voz de Rachel me contestó, extrañada.
-¿Abril? ¿Ha pasado algo?-preguntó, repentinamente asustada.
-No, no lo sé. Necesito hablar. Mike ya está aquí ¿verdad?
-Sí, hace ya una semana y media. He de admitir que lo echo de meno-dijo, nostálgicamente-Pero ¿porqué llamas?
-Llevo días sin hablar con él y no me contesta al teléfono. Quiero saber en que Facultad esta y que horario tiene y la única que puede decírmelo eres tú-me sinceré.
-Ahora te lo digo-me facilitó los datos-No sé que mosca le ha podido picar. Espero que arregléis lo que sea que os pase.
Le di las gracias de todo corazón y corté la llamada. Todavía legaba a tiempo. Corrí hasta la Facultad de Antropología y me aposté en la puerta, esperando que saliera.
La gente comenzó a salir y yo busqué desesperadamente a un chico de pelo rubio, ojos azules y una preciosa sonrisa. Cuando casi todos los estudiantes se hallaban fuera él todavía no daba señales de vida. Empecé a pensar que debería irme hasta que lo vi. Salía por la puerta con una mochila echada al hombro. Un rayo de sol jugueteó con su pelo y lo deslumbró momentáneamente. Me acerqué a él que aún no se había percatado de mi presencia. Me coloqué en su camino y se paró a mirarme, sorprendido.
-¿No vas a saludarme, maleducado?-reí aunque una lágrima traviesa escapó de mis ojos.
Caminamos los pocos metros que nos separaba y nos fundimos en un beso apasionado. Un beso esperado, deseado, afortunado. En él expresamos todo lo que sentíamos. Nuestro amor, nuestras preocupaciones, lo que nos habíamos añorado. Cuando nos separamos Mike habló:
-Pero ¿cómo?-cuanto había deseado oír esa voz sin ser telefónicamente.
-¿Cómo? ¿Qué quieres decir?-pregunté, extrañada-¿Tanto tiempo sin vernos y lo único que se te ocurre decir es eso?-bromeé pero él no sonrió.
-¿Y Diego?-Mike, titubeaba.
-¿Qué le pasa a Diego?-pregunté, aún más sorprendida.
-¿No le quieres?-no me miró al decirlo.
Negué con la cabeza.
-Te quiero a ti y lo sabes-intenté besarle pero no me lo permitió.
-¿No estás con él?
-¡Por supuesto que no! ¿Quién te ha dicho tal cosa?-me escandalicé.
-Alana me dijo que tú fueras a pedirle que le volviera a dar la beca y dijo…-esperé a que continuara, paciente-Dijo que parecías enamorada-susurró la última palabra como si le costara pronunciarla.
-¡Claro que estoy enamorada! ¡De ti!-lo besé y esa vez no se resistió. Sonrió y en ese momento me di cuenta de cuanto deseaba verle sonreír, esa sonrisa hermosa y tan común en Mike.
Caminamos en silencio.
-Te eché tanto de menos. Estos días comencé a pensar que ya no me querías-confesé.
-¿Yo? ¿Dejar de quererte? ¡Imposible!-exclamó antes de volver a besarme.
Me sentía en el cielo, en las nubes, mucho más alto de lo que puede volar cualquier avión, en un lugar donde el cielo es completamente azul y no hay ninguna pizca de contaminación. Supe que estaría en ese sitio siempre que estuviera con Mike pensé antes de que nuestros labios se volvieran a unir en otro beso.

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Capítulo 39

Esos siete días pasaron veloces. Siete días, siete horas, siete minutos, siete segundos junto a Mike. Fueron inolvidables. Cada día era más corto que el anterior. Mike, Rachel y Jake pasábamos las tardes juntos, preparando mi maleta y disfrutando de esa semana que podríamos disfrutar juntos hasta, quien sabe, tanto tiempo después. Mi vida sin Mike se hizo imposible. Mike se convirtió en el único, para siempre. Me comprendía sin necesidad de palabras, sabía que hacer en cada instante que estábamos juntos y, lo más importante, me quería tal y como era. Un día antes de partir en dirección a Barcelona sentí un impulso. Cogí el teléfono y llamé a Alana. Quedamos en el lugar donde ella había cortado con Diego. Me habló muy sorprendida pero aceptó a quedar para hablar. Quedamos a primera hora de la tarde antes de que yo lo hiciera con Mike, el chico al que quería como a ningún otro. Me esperaba sentada en la misma mesa en la que ella lo había hecho, días atrás, con Diego. ¿Cosa del destino o casualidad? Suspiré. Al fin y al cabo era lo mismo. Me equivocaba de nuevo.
-Hola-nos saludamos con dos besos.
-¿Qué querías? Siento ser tan brusca pero hoy he quedado con Jake…
Asentí con la cabeza.
-Tranquila, no tardaremos mucho-suspiré y comencé al contarle la razón por la que la había llamado-Es sobre Diego. Creo que hicimos mal en conseguir que perdiera la beca-iba a interrumpirme pero no le di ocasión-Sí, se portó fatal con nosotras. Pero yo lo conozco de toda la vida y en verdad, no es así. Cometió un error y estoy segura de que se arrepiente. Por favor, haz que recupere la beca. Ha trabajado muy duro para poder venir a estudiar aquí.
-Sí, ha trabajado tanto ligando conmigo-dijo sarcásticamente.
-Por favor, créeme. Habla con él. Te demostrará que cometió un error y que en el fondo es una persona maravillosa-Alana comenzó a dudar y supe que ese era el momento para conseguir que se ablandara al completo-Conócelo de verdad. Solo como amigo y verás que es una persona con la que merece la pena intentar algo más-le sonreí, reivindicando mis palabras.
-Está bien, intentaré conocerlo de verdad. Sin precipitarme y intentaré que recupere la beca-me sonrió y ambas nos despedimos. Me deseó un buen viaje, cosa que agradecí y nos vimos por última vez, aunque, nunca se sabe ya que la vida da muchas vueltas, tal vez, demasiadas.
Esa tarde fue mágica. Mike me prometió que en Barcelona estaríamos juntos, que nunca dejaría de quererme ni me olvidaría. Juramos nuestro amor.
Al atardecer siguiente fuimos, los padres de Mike llevando a sus hijos y a Jake y, yo al J. F. K. Estaba nerviosa, ilusionada y apenada. Sentimientos encontrados que no convivían demasiado bien en mi interior.
Los primeros en despedirse fueron Maggie y Adam. Me desearon buen viaje y, que cuando estuviera Mike en Barcelona, lo cuidara mucho ya que era un chico muy especial y me quería. Asentí y ellos se marcharon, dejándonos a nosotros cuatro en la entrada. Jake dio un paso adelante.
-Bueno, ¿qué decir?-rió-Has sido una gran amiga y nunca te olvidaré. Estoy seguro de que este no es un Adiós si no un Hasta pronto-sonreí y le di las gracias. Me dio dos besos y al acercarse a mi oído susurró-No te preocupes, Diego ha conseguido la beca.
Dio media vuelta y se alejó. Rachel dio un paso adelante. Me abrazó, llorando.
-Que sepas que eres una de mis mejores amigas y me alegro muchísimo de que estés con mi hermano. No podría haber encontrado una chica mejor. Lo cuidaré mientras tú no estés a su lado.
-Lo mismo, Rachel. Has sido mi única amiga en mi estancia en Manhattan y sé que puedo confiar en ti. No dudes, sé que lo cuidarás bien.
Nos quedamos así unos instantes, en silencio. Hasta que ella se marchó con Jake, dejándonos a solas. Se acercó y me abrazó. Fue un abrazo cálido. Nos aislamos del resto del mundo.
-Te amo-le dije.
-Y yo a ti-dijo él, hundiendo su rostro en mi pelo.
Nos separamos y nos besamos, apasionados. Nos volvimos a besar, sabiendo que esos serían nuestros últimos besos que compartiríamos hasta dos meses después. Las lágrimas comenzaron a deslizarse por mi rostro, silenciosas, surcos húmedos en mi rostro.
-No llores-dijo-En cuanto te des cuenta volveremos a estar juntos y volveré a molestarte como siempre.
Sonreí, secándome las lágrimas.
-¿Me llamarás todos los días?
Asintió con la cabeza.
-Se hace tarde, debes irte-no me soltó y continuó observando los paneles que colgaban detrás nuestra, sobre nuestras cabezas.
-No quiero dejarte-suspiré y me escabullí de sus brazos.
Lo volví a besar y me giré dirigiéndome a la zona de facturación de maletas. Miré atrás y vi que Mike continuaba en el mismo sitio donde estaba, mirándome con expresión apenada.
-¡Te quiero!-gritó, haciendo que los turistas se giraran a mirarle-Espérame en Barcelona.
-Lo haré-las lágrimas brotaron de nuevo.


 

***


En el avión Maroon 5 sonaba en mis auriculares. She will be loved. Recordé aquel trece de julio en que había viajado a Manhattan pensando si volvería a Barcelona con el amor de un chico, tan incondicional y sin barreras como el de la canción. Y, sí, lo había encontrado. No era el chico en el que pensaba en mi último viaje en avión pero no lo cambiaría por nada en ese mundo. El viaje se hizo largo y pesado.
Cuando descendí del avión, ya en el Prat y tierras españolas Jet lag de Simple plan sonaba:
What time is it where you are?
I miss you more than anything
Back at home you feel so far
Waitin for the phone to ring
It
I don
Tryin to figure out the time zones makin me crazy
 gettin lonely livin upside downt even wanna be in this town
Mike sería lo que más añoraría. Suspirando busqué a mi familia y me olvidé de Mike, no completamente pero si parcial, durante unos instantes.


 


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Capítulo 38

Sentí como alguien me sacudía con delicadeza:
-¡Abril! ¡Abril!-abrí los ojos con calma y me encontré de frente con los ojos de Mike-¡Despierta, bella durmiente!-exclamó riendo-¡Qué ya llegamos!
¡Me había quedado dormida! Me levanté rápido y agarré mi bolsa, poniéndome en pie. Me restregué los ojos con la mano.
-Lo siento, Mike-dije avergonzada.
-Si lo llego a saber no vengo contigo-rió-¿Tienes gafas de sol?
Asentí con la cabeza.
-Póntelas-me ordenó.
-¿Por?
-Así cuando llegues a la playa te pones a dormir-volvió a reírse.
-¡Qué capullo!-le golpeé el brazo, empujándolo.
-¡No te enfades conmigo! Si yo no fui él que me dormí-musitó.
Giré la cabeza y no le hablé aunque en el fondo estaba disfrutando.
-¿Te enfadaste?-preguntó. Salí de la estación y caminé sin mirarle, acelerando el paso-¡Ey! ¿A dónde vas?-giré la cabeza. ¿Cómo que a dónde iba? ¡A la playa! Se lo iba a decir cuando continuó-Te equivocas de dirección. La playa queda por allí-señaló en la dirección contraria a la que iba yo.
Me puse como un tomate. ¿No podía meter más la pata ese día? Primero me quedaba dormida en el metro, después me equivocaba de dirección… ¡Uff!
Seguí a Mike.
-¿Qué harías sin mí?-dijo, jocoso.
-¿Quieres dejar de meterte conmigo?-le espeté.
-Está bien pero si no te hablo, no te quedes dormida-volvió a reír. Lo miré con mi mejor mirada de asesina en serie-Está bien. Paro, ya-y al fin lo hizo.
Oculté un bostezo para que Mike no insistiera con las bromas. ¡No volvería a madrugar un domingo! Se lo tendría que decir a Mike. Le diría que no me llamara antes de la hora de comer. Cuando me di cuenta ya estábamos en la playa. Buscamos un sitio donde instalarnos y nos tumbamos en las toallas. Me coloqué boca abajo y empecé a hablar con Mike para no volver a quedarme dormida. Se estaba tan a gusto. Todo era paz y tranquilidad.
Me dijo que Rachel a lo mejor vendría más tarde con sus amigas y con Jake y, así sucedió. Llamaron a Mike y le preguntaron donde estábamos, Mike les respondió y colgó. Al poco vinieron Sarah, Tiffany, Rachel y Jake haciendo el ruido que harían cuarenta personas en vez de cuatro. Mike y yo intercambiamos una mirada. Suspiramos y reímos. Los demás se tumbaron y comenzaron a hablar a gritos. La paz se había acabado.

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Capítulo 37

-¿No te habrán agobiado mis padres?-se preocupó Mike.
-No, tranquilo ¿a si que yo soy la chica que te trae loco?-sonreí.
Se sonrojó. No contesto.
-Miiiiiiiike-le acaricié el pelo, despacio-No has contestado a mi pregunta-no me miró y su silencio se hizo más pronunciado-No vas a contestar a mi pregunta, ¿verdad?
-Está bien, si no, no vas a parar. Sí, me traes loco desde que viniste de Barcelona y te presentaste a pedir trabajo en la heladería-suspiró y continuó, dejándome de piedra-Cuando no estoy contigo solo pienso en ti-sacudió la cabeza-¿Contenta?
-Contentísima-lo besé y, a continuación, ambos sonreímos-He de admitir que me pasa lo mismo.
-Me alegro de que digas eso-no me miró cuando pronunció esas palabras que sembraron dudas en mi interior.
Lo miré con el ceño fruncido, interrogante.
-¿Qué querías decir con eso?
-Nada-parecía arrepentido, como si no quisiera habérmelo dicho.
-Ahora me lo dices-odiaba que la gente insinuara cosas y luego no te explicara a que se habían referido.
-No era nada, cosas mías-me besó y me perdí en sus labios de tal manera que luego me costó volver a la realidad.
-¿Me estás intentando distraer?-pregunté, divertida.
-¿Yo? ¡Qué va!-volvió a besarme.
-¡Mike!-exclamé-¡Dime ahora mismo lo que has insinuado antes! Por favor o me enfadaré-dije.
-¿Te vas a poner en plan niña de siete años que ha cogido una rabieta?
-Si hace falta…
-Está bien. Ya es la segunda vez que consigues que te cuenta algo que no quiero-le lancé una mirada asesina y se apresuró a comenzar con las explicaciones mientras comprábamos los billetes a Long Island-Pensé que solo estabas conmigo porque…-se detuvo-Porque no podías estar con Diego.
Lo miré, horrorizada. ¿Creía que todavía sentía algo por Diego? Mira que era tonto… pero lo quería.
-¿Cómo puedes pensar que siento algo hacia él? Soy masoca pero no tanto-exclamé.
Se encogió de hombros.
-¿Te acuerdas del día que conocí a Rachel?-él asintió-Pues ya me dijo que podías ser bastante imbécil pero no imaginaba que lo fueras tanto-sacudí la cabeza, fingiendo entristecerme.
-Haberle hecho caso-rió.
-Touché.
El metro llegó y subimos. Nos sentamos juntos, cogidos de la mano.
-Mis padres deberían cambiar de trabajo-soltó Mike.
-¿Por?
-Deberían trabajar en la policía, haciendo interrogatorios, después del que te hicieron hoy…-reí pero no le llevé la contraria.
Empecé a sentir sueño. Con la cabeza apoyada en la ventanilla entreabierta, dejando que la brisa me meciera cerré los ojos cayendo bajo el influjo del sueño.

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