Capítulo 21

Con el tiempo me aficioné a escuchar música de grupos españoles. Uno de los que más escuchaba era La oreja de Van Gogh. Era muy diferente de lo que yo solía oír pero… Comencé a pensar que Abril trataba de decirme cosas a través de los mensajes. ¿Estaba empezando a volverme loco? Probablemente.

En un día de estos en que suelo pensar
Vuelve a ser el día menos pensado.
Nos hemos cruzado, has decidido mirar
A los ojitos azules que ahora van a tu lado.

Desde el momento en el que te conocí
Presumiendo con prisa, tiempo de silencio
Te juro que a nadie le he vuelto a decir que tenemos el récord del mundo en querernos.

Por eso esperaba con la carita empapada
Que llegaras con rosas, con mil rosas para mí, porque ya sabes que me encantan esas cosas que no importa si es muy tonto soy así.

Y aún me parece mentira que se escape mi vida imaginando que vuelves a pasarte por aquí, donde los viernes cada tarde como siempre, la esperanza dice quieto y quizás si.

Escapando una noche en un bostezo de Sol
Me pediste que te diera un beso. Con lo barato que sale mi amor ¿Qué te cuesta callarme con uno de esos?

Pasaron seis meses y me dijiste adiós, fue un placer coincidir en esta vida. Ahí me quedé con el alma en el corazón, y en la otra excusas que ni tú entendías.

Y es que me pongo a pensar que el amor verdadero es tan sólo el primero. Y es que empiezo a sospechar que los demás
son sólo para olvidar.

¿Quería decirme que no me quería a través de la canción? ¿Qué quería a Diego?
Al final, dejé de escucharlas. Lo mejor era vivir el momento, era lo importante. Y eso mismo pensaba Clara con sus, cada vez más insistentes, acercamientos y ``malentendidos´´ conmigo. Me sentía exasperado. ¿No entendía que quería que me dejara en paz? Aunque yo no era la persona más indicada para hablar de esos temas… Solo tenía un par de cosas claras.

La primera: quería a Abril, mucho, muchísimo, más que a nadie. Y sabía que eso no iba a cambiar.

La segunda: entre Abril y Diego seguía existiendo algo, algún sentimiento. ¿Cuál? Eso ya no lo sabía.  

La tercera: todo lo que ocurre, ocurre por una razón. Sea para bien o para mal.

Ahora, solo tenía que recordarlas para conseguir encontrar respuestas para las demás preguntas de mi mente.

Noviembre llegó enseguida precediendo a diciembre y mis diez días que pasaría en Manhattan.

Diez días que cambiarían mi vida y la de Abril, la de Jake y Rachel, Clara, Diego y Alana.

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